miércoles, 23 de octubre de 2013

El padre fundador de la filosofía cubana.


Al hablar acerca de quién es el padre fundador de la filosofía en Cuba se establece una polémica en la que algunos autores abogan por la figura de Félix Varela y Morales otros por la de José Agustín Caballero.

Se puede entender el motivo de esta polémica si se tiene en cuenta que José Agustín Caballero (1762-1835), es un hombre de pensamiento en transición que se cruza con las concepciones filosóficas del seminario de San Carlos, donde fue maestro de filosofía desde 1785 hasta 1804, siendo en este lugar donde empieza a romper con ellas.

La mayor parte de la su quehacer no se encuentra recogido de manera escrita ya que en él, primó la enseñanza oral.

José Agustín Caballero, a decir de Roberto Agramonte, -quien se desempeñó como el primer Ministro de Relaciones Exteriores de la Revolución Cubana, fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Rector de la Universidad de La Habana, líder del partido ortodoxo a la muerte de Chivás, a quien se le debe la primera compilación cubana de los clásicos del siglo XIX– lo consideró “ el pregonero en Cuba de la nueva idea racionalista y experimental” y a quien juzgó refiriéndose al libro Filosofía electiva de la siguiente manera:
 
“Así como el discurso del Método entró a la filosofía europea en la Edad Moderna, con la filosofía electiva y la actitud reformadora del Padre Caballero, se incorpora nuestro pensamiento al pensamiento moderno europeo y americano”

Uno de los conceptos más importantes de la filosofía cubana desarrollados por José Agustín Caballero, es el electivismo filosófico, como única posibilidad en su momento histórico de romper los esquemas impuestos por el pensamiento escolástico, dejando claro, que en Cuba no nos adscribimos a ningún sistema, ni a ninguna escuela filosófica, sino que inspeccionamos cada una de ellas tomando lo que sea pertinente para abordar la problemática cubana.

Es este uno de los motivos por los que puede afirmarse que la filosofía en Cuba tiene raíces políticas muy profundas y que fue por tanto, tendencialmente una filosofía política. 

José Agustín Caballero inicia la tradición de pensar o solucionar la problemática económica, política y social cubana, destacándose en su estilo y manera el de ver a Cuba como un territorio propio y no como apéndice de otro país, (en este caso de España), como se consideraba desde el siglo XVI hasta aproximadamente la década de los 40 del siglo XVIII, en la que se difundió como filosofía, la escolástica de la cual Saco plantea. 

«Ningún autor servía de texto, pues el profesor había formado unos cuadernos en latín en los cuales él pensaba haber reunido lo más selecto de la filosofía. Dictaba diariamente a sus discípulos las lecciones que debían aprender de memoria, las que él ampliaba después en sus explicaciones, que no eran en latín, sino en castellano. Formaban cuadernos estas lecciones, para que los alumnos no olvidasen lo que habían aprendido; y confieso que yo era uno de los que mejor los conservaba en la memoria; pero al mismo tiempo debo confesar que yo, sin tenerla mala, a los pocos años de haber salido de aquella clase, ya no me acordaba ni aun de la primera palabra de mis cuadernos de filosofía.» 

Esta filosofía llega a Cuba con los sacerdotes españoles radicados en la isla y estaba caracterizada por la ignorancia, el empirismo y el poco nivel intelectual existente, lo cual contribuyó a que se exacerbaran las manipulaciones sobre la fe católica y que no era más que el reflejo del abandono en que la metrópoli mantenía a la isla.

Junto a estos hombres llegaron también a Cuba otros sacerdotes ilustrados educados en las tradiciones escolásticas españolas de la época como Fray Bartolomé de las Casas. 

En los años 1550 y 1551 surgió una polémica entre Las Casas y Sepúlveda que incluyó directamente a Cuba. Sepúlveda consideraba según la tradición aristotélica que los indígenas eran "homúnculos", o sea, seres que estaban entre la condición humana y la condición de bestia porque no conocían a Dios, y por tanto, debían servirles a los humanos, con lo que legitimaba la esclavitud. 

A Bartolomé de las Casas se le atribuye injustamente la responsabilidad de la introducción de la esclavitud de los negros en Cuba, sin embargo esta afirmación no es cierta, dado que ya en Europa (Portugal y España) existía esta práctica antes de que llegaran los españoles a Cuba. El propio Bartolomé se retracta al considerar que los negros eran también seres humanos en condiciones de recibir a Dios.

Las circunstancias históricas que caracterizaron a Cuba fueron distintas a la del resto de América por lo que se impuso que fuera pensada de manera diferente, y ya a fines del siglo XVIII, existe una vinculación a los hechos producidos fuera de ella, como la revolución haitiana y la llamada revolución burguesa en Francia. A Cuba comienzan a llegar colonos franceses procedentes de Haití que cambian nuestras relaciones de producción de una economía de servicios, a una economía monoproductora con la caña de azúcar.

En estas circunstancias llega José Agustín Caballero a Cuba, en una época histórica en la que La Habana tenía un obispado subordinado al obispado de Santiago de Cuba y en la que empiezan a residir en la isla obispos y sacerdotes con una visión más comprometida con los destinos del país. 

Tal es el caso del obispo Morell de Santa Cruz del que "durante mucho tiempo fue recordada su exaltada y popular querella ocurrida con el Lord inglés Sir George Keppel, tercer Conde de Albemarle y Comandante en Jefe de las fuerzas invasoras, durante la ocupación británica de La Habana. Las circunstancias del encontronazo entre ambas personalidades, da fe de ciertos rasgos de su carácter, a veces conciliador, a veces intransitable, con tendencia a lo imprevisible y muy dado a los juicios demoledores." , o de Esteban Salas, genial compositor cubano y uno de los más originales músicos barrocos del siglo XVIII en el ámbito iberoamericano. 

Por tanto es en la iglesia, que Cuba a diferencia de Europa, va encontrando los pilares de la construcción de su nacionalidad y son estos los caminos que marcaron a José Agustín Caballero. 

En estas dos décadas de los finales del siglo XVIII gobierna en España el ilustrado Carlos III deslumbrado por el desarrollo de las ciencias en Francia, que envía a Cuba capitanes generales como curas ilustrados, con el objetivo de establecer el diálogo con la "sacarocracia" que estuviera interesada en desarrollar en la isla, la educación, los servicios de salud y entre los que se pueden mencionar a Luis de la Casas, capitán general desde julio de 1790 hasta diciembre de 1796 y el primero en ocupar el Palacio de los Capitanes Generales, en el que se puede encontrar una tarja con la siguiente inscripción : “El excelentísimo Señor Don Luis de las Casas y Aragorri, fundador de la Casa de Beneficencia, de la Sociedad Económica, del Papel Periódico, de la Biblioteca Pública. La Sociedad conserva su imagen y bendice su memoria.” Y que murió en 1800.

José Agustín Caballero abogó por la reforma de la enseñanza en todos sus niveles. En 1797 escribió "Filosofía electiva", que comenzó a utilizar como texto en su cátedra de filosofía del Seminario ese mismo año. 

En su trabajo " De Caballero a Martí. Trayectoria de la Filosofía cubana electiva en el siglo XIX", Rita M. Buch Sánchez plantea:

"José Martí es heredero de la más pura tradición filosófica cubana electiva, plasmada en la línea que parte de José Agustín Caballero y continúa en Félix Varela y José de la Luz. Supo captar en toda su magnitud, la esencia y el significado de la enseñanza del padre Caballero en la cátedra de Filosofía del Real y Conciliar Seminario de San Carlos y San Ambrosio, cuando en 1889, a propósito de rememorar la figura de Antonio Bachiller y Morales expresó: 

Estudió en el Colegio de San Carlos […] cuando el sublime Caballero, padre de los pobres y de nuestra filosofía, había declarado, más por consejo de su mente que por el ejemplo de los enciclopedistas, campo propio y cimiento de la ciencia del mundo el estudio de las leyes naturales; cuando salidos de sus manos, fuertes para fundar, descubría Varela, tundía Saco y la Luz arrebataba […]" 

Dado los argumentos anteriores me sumo a la idea del justo reconocimiento a José Agustín Caballero como padre de la filosofía cubana. Es obvio que aún nos movemos en un circuito que seguirá siendo polémico. Lo que nadie debe dudar es que la probada actitud de Caballero y su pensamiento filosófico constituyen hoy un orgullo de nuestra nación.

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