No estoy muy seguro que el Presidente de los
Estados Unidos Barack Obama no crea en la historia, de hecho, parece mencionar
en su discurso sólo aquello que le interesa con el ánimo de justificar sus
intenciones; recuerda pasajes de José Martí; se apoya en hechos históricos como
la trágica trascendencia para nuestros
antepasados de la oleada de seres humanos esclavizados que fueron víctimas de
la trata negrera en Cuba desatada por los colonizadores españoles, responsables de la desaparición de nuestros
pobladores indígenas; habla de las aguas surcadas por acorazados hacia Cuba
para liberarla, aunque no detalla cuales expediciones, si aquellas de carácter
anexionistas o las que trajeron a Cuba a Gómez, Martí y Maceo; habla también de
la Crisis de Octubre, de la invasión por Girón, de la Guerra Fría, de Finlay,
de Stevenson y Mohamed Alí; de la migración ilegal de los cubanos hacia el
territorio de Estados Unidos sin entrar en detalles sobre la Ley de Ajuste
Cubano; habla de Religión y Fe, de patriotismo y orgullo, reconoce que:
“Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba
funcionando¨…y continua... ¨Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad.
Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en
el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de
ayudarlo”
Se concentra en ejemplificar a partir de su
experiencia aquello que considera como oportunidades dentro de su sistema
político y transmite su experiencia de vida; valora como desafíos los temas de
discriminación racial y la justicia criminal aludiendo a su concepto de
democracia como la forma en que únicamente se puede avanzar para resolver tales
conflictos en su país; defiende la idea de que Cuba puede hacerlo de igual
manera como socio de los Estados Unidos y ejemplifica con episodios de la
migración cubana el dolor de mucha gente que ha sido víctima de una política de
aislamiento sin definir la responsabilidad de los sucesivos gobiernos
estadounidenses en tal tragedia; luego, propone olvidar el pasado.
Demasiadas ideas inconclusas, demasiada retórica
conciliatoria, en cada palabra se puede
notar que su pensamiento se enfila a colocarnos delante una zanahoria de
promesas y buena voluntad dentro de un contexto de crisis económica en Cuba que
ha sido agravada exclusivamente por los sucesivos gobiernos de los Estados
Unidos.
Ahora que hemos decidido hacer reformas a nuestro
modo, todo lo que Obama ofrece es su modelo neoliberal y pragmático como
alternativa que desideologiza, que niega el necesario papel regulador del
Estado, el olvido no solo de la historia de la nación cubana rica en ejemplos
que demuestran las seculares intenciones
de los Estados Unidos de apropiarse y dominar nuestro territorio, sino de la
historia real de la confrontación entre ambas naciones, que no es otra que
aquella que tiene en su haber un imbatible record de más de medio siglo de
hostigamiento y ahogamiento en el empeño de rendir a Cuba por hambre a través
de leyes extraterritoriales.
He escuchado la TV y he leído la prensa; en
internet he encontrado muchas opiniones; en mi muro de Facebook admito a
quienes piensan diferente a mí, porque entiendo que el respeto a la opinión del
otro no solo es importante, sino necesaria; en innumerables ocasiones encuentro
frases de irrespeto para referirse a determinados asuntos, lo cual es inevitable
y lo entiendo desde la óptica de que en este, nuestro “plurimundo”, no todos hemos tenido ni igualdad de
oportunidades, ni igualdad de necesidades; tampoco todos hemos gozado de una real equidad
en los lugares donde vivimos y nos desarrollamos; por otro lado, he encontrado
citas con innumerables ejemplos sobre la
política estadounidense hacia Cuba, cada opinión viene narrada según la
historia de vida de quien la cuenta, cada una es generalizada muchas veces
desde la experiencia individual o desde la de una colectividad, a veces
representativa y otras no, sin dudas, una confrontación de opiniones que
aprovechada sagazmente, pueden convertirse en el motor de avance en muchos
aspectos de la vida social cubana, de ahí
que celebro la libertad de expresarnos como mejor nos parezca, y que no
dé mi voto a aquellos que coloquialmente “patalean” porque simplemente alguien
tiene una opinión diferente.
Dialogar significa muchas cosas y no
necesariamente usar obscenidades para tratar de llamar la atención, esa actitud
sólo conduce al no-entendimiento; creo que más allá del bufo –también
necesario-, la reiteración puede convertirse en un recurso poco serio cuando se
tratan asuntos que laceran a generaciones de cubanos que creyeron y siguen creyendo
en su manera de actuar y de pensar.
Tengo como cualquiera, opinión propia sobre la
visita del presidente Obama; y a continuación la expreso.
Lo primero que me llama mucho la atención en su
discurso, es el marcado interés por el sector privado; a esto le encuentro
explicación; su pensamiento y su acción son el resultado de su concepción
neoliberal del mundo, que entre otras cosas promueve y minimiza el papel
regulador del Estado; su cultura, en
todas las acepciones posibles de este concepto, aunque podría focalizarse en el
aspecto del aprendizaje, se sustenta en la creencia de una supuesta superioridad
civilizatoria más que en el reconocimiento de la existencia misma de una
diversidad cultural que tiene en su conjunto paradigmas totalmente diferentes a
los de occidente, de ahí, que en su visión del mundo predomine una clarísima
apuesta al pragmatismo desentendido del pasado.
Partiendo de este punto, sería entonces pretensioso, esperar una conducta diferente o
encontrar alguna señal donde no predomine la defensa a ultranza de sus ideales,
digamos que es una ilusión toda aquella
idea que no contemple en primer término
la realidad de que Barack Obama es el máximo representante de los intereses del
país imperialista más poderoso del mundo, cuyo modelo de sociedad atomiza todo
lo que se aleje del American way o life, que su
visión del mundo lógicamente es diferente a la nuestra porque ha sido
construida en condiciones muy concretas.
Obama nació
cuatro meses después de la invasión perpetrada por su país a Cuba, su
vida ha transcurrido apegada a los caminos de la sociedad capitalista que lo
formó como político; vivió y fue testigo de la publicidad de la época en que comenzó a exaltarse como
nunca el consumo desmedido y derrochador
de su sociedad; en esos tiempos, no se era consciente por ninguna de las
grandes corrientes ideológicas, tanto marxista como burguesa, de las implicaciones de la actividad del
hombre en detrimento de la naturaleza; guerra fría, crisis tras crisis políticas
y económicas, en 1983 ingresó en la Universidad de Columbia (Nueva York) para
estudiar Ciencias Políticas en pleno auge del pensamiento neoliberal y la desenfrenada
carrera armamentista que saltó, del desarrollo de las armas nucleares a la
conquista del espacio, es muy probable que ya a estas altura de su vida
estuviera consciente de la histórica pugna entre Estados Unidos y la URSS; en
este último contexto se especializó en Relaciones Internacionales.
Seguramente leyó muchos libros durante su carrera;
no estoy muy seguro que en esta época de confrontación ideológica se haya
tomado el trabajo de leer un texto de Marx, Engels, o Lenin; mucho menos parece
haber tenido contacto durante el ejercicio de sus mandatos con un buen libro de
historia que reflejara La Visión de los Vencidos - para usar el título de la
obra de ese gran filósofo e historiador mexicano, Miguel León-Portilla, que narra escritos e historias indígenas
sobre los acontecimientos de la conquista por Hernán Cortés del territorio
Mexicano- o algo como “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano, libro que le regaló Hugo
Chávez en 2009 –por cierto, en español- durante
la Cumbre de las Américas que se celebró en Trinidad y Tobago.
Estos y muchísimos detalles podrían ilustrar porqué
Obama tiene la convicción de un modelo de sociedad -diferente a la
nuestra- que aboga por la propiedad privada, esa que para los intereses
de dominación económica de su país, es su paradigma a la hora de negociar con Cuba, cuyo modelo –neoliberal- desecha el papel regulador
de Estado .
Su estrategia de negociación de “paz y
amistad” desestima el rol que jugaron y
juegan más de una generación en la construcción de nuestro sistema político,
social y económico; su discurso
encuentra el mejor caldo de cultivo en la juventud; esa que ronda los 30 años
de edad, que no es parte de la generación que vivió y luchó por su emancipación
durante la primera etapa de la Revolución, cuya referencia no es la historia de Cuba vivida sino la
historia contada, la enseñada en las escuelas y universidades, esa de la que
mucho hemos hablado y por la que en honor a la verdad, no hemos hecho lo
suficiente para cultivar a su alrededor
la necesaria reflexión
mínimamente prudente en momentos disyuntivos de crisis económica, esa historia
llena de valores humanos, de conflictos y concordias , de consensos y
discrepancias, de unión y desunión, esa que nos llevó a cambiar completamente
nuestro destino en 1959, la que en momentos como los de hoy tiene como eje el debate del destino de
todos, absolutamente todos los cubanos, los de adentro y los de afuera.
¿Pesan? más de 25
años de crisis económica, parece irresistible la maravilla discursiva
del presidente del país que acosó a todo un pueblo cuyo único “delito” es vivir
en Cuba, o ser cubano y formar parte de esta sociedad que continua castigada por escoger un camino
diferente y destronar del poder a esa clase burguesa imperial que representa el
presidente Obama.
¿Por qué no creer
en nuestros dirigentes?, ¿Por qué no apoyarlos? , ¿Contra quién y contra
qué se dirige el castigo?
Las respuestas pueden ser cortas, largas,
complejas, heterogéneas, holísticas, sensatas para unos, insensatas para otros,
creíbles para unos, increíbles para otros. Pero el principio de cualquiera de
ellas no puede ser la nada; el principio
debería ser el entendimiento con respeto a la soberanía y la autodeterminación
de la mayoría, y esa mayoría debería
tener en cuenta, si e infinitamente si,
la historia, para que esos jóvenes que rondan los 20 años y fueron
objeto de privaciones por una Ley de carácter fascistas como la Helms-Burton en
1996, los que hoy rondan los 30 que
pudieron ser víctimas de la epidemia de Dengue Hemorrágico cuya cepa fue
introducida en Cuba en 1981 desde los Estados Unidos y que costó la vida 158
personas ( entre ellas 101 niños); los que hoy
rondan los 40 que vivieron y alcanzaron a ver el significado del
sabotaje a un avión de cubana de aviación en 1976, los que vimos el sabotaje al
Círculo Infantil Le Van Tam, acto terrorista patrocinado por la Agencia Central
de Inteligencia (CIA) con la anuencia del gobierno de Estados Unidos que
provocó un incendio de grandes proporciones, lugar donde se encontraban
alrededor de 500 niños; los que vimos explotar bombas en hoteles; los que hemos
visto una y otra vez las consecuencias de una Ley de Ajuste para los cubanos
–única en el mundo- que incita a abandonar el país por vía ilegal como
requisito para ser aceptado en el territorio de los Estados Unidos o el
pre-requisito de que nuestros peloteros renuncien a vivir en Cuba para que se
les permita jugar en las Grandes Ligas de los Estados Unidos, podamos tener
voz, voto y suficiente moral para criticar lo que hemos hecho mal y valorar con
justeza las consecuencia de la empecinada política de acoso sobre la que hoy
nos pide el presidente Obama que hagamos borrón y cuenta nueva.
Nada promisorio se puede esperar cuando lo que
Obama promueve es precisamente la negación del papel del Estado; ese Estado que
repartió tierras a campesinos; que alfabetizó a miles de cubanos; que
constitucionalmente refrenda la obligatoriedad de una educación mínima de 9no
grado en la población gracias a la cual gente como mi madre, mi padre y mi
abuela se emanciparon y luego, que gracias a esa oportunidad, yo, como muchos,
pudiéramos alcanzar sueños imposibles
para la gente como mi madre y mi abuela;
ese Estado que dedica recursos a combatir enfermedades como el Propio
Dengue, el Chikungunya y el Zika, que dedica recursos para desarrollar vacunas
contra la Hepatitis B o productos revolucionarios como el Heberprot-P para el
pié diabético o una vacuna contra el cáncer de pulmón; ese Estado que le
devuelve la vista a cubanos y extranjero; que forma médicos incluso de
nacionalidad estadounidense; que los
lleva donde hacen falta “en cualquier oscuro rincón del mundo”; el que vacuna a
todos sus niños y sigue su estado de salud desde que nacen; ese Estado que apela al trabajo del pueblo
para producir alimentos con el propósito estratégico de mantener nuestra soberanía alimentaria,
por extensión, política y económica.
Es una realidad, la visita de Obama estuvo llena
de simbolismos; desde la comida en una Paladar, las reuniones con
cuentapropistas y la llamada disidencia u oposición, hasta sus discursos llenos
de elogios y apoyo a la autodeterminación cubana para construir su futuro.
El pragmatismo de Obama pudiera confundirse con “buena
voluntad”. Se necesita si, ser pragmático, pero... ¿OLVIDAR EL PASADO?
En el pasado hay precisamente muchas razones para comprender el presente, de ahí que podemos creer que es posible un entendimiento real, basado también en aquello que nos hace culturalmente diferentes, que nos distingue y que nos demuestra que somos suficientemente sabios para entender que Cuba puede tener muchas mejorías a partir de la entrada de las inversiones estadounidenses la país; que Cuba puede mejorar su infraestructura en sectores como las comunicaciones y con ello, ponernos a la par del mundo desarrollado que funciona hoy sobre esas bases tecnológicas donde es necesario, (casi imprescindible) el acceso a Internet; que todo eso y mucho más es excelente para el pueblo cubano, pero que mucho más que excelente sería que en nombre de esa pluralidad defendida por el propio neoliberalismo, no se condicionen estos derechos humanos con el establecimiento en Cuba de un modelo de sociedad que no ha demostrado ser mejor que la nuestra y cuyo éxito en el plano material tiene como principio un modelos económicos de desarrollo basado en la propiedad privada, por cierto, alcanzado e impuesto al resto del mundo usando como recurso las guerras no solo en el plano militar, también en el económico, y en el oportunismo que supone la desigualdad de tratados desiguales que sólo favorecen a las grandes transnacionales que no por casualidad, insisten en la minimización del necesario papel del Estado reducido a garantizar la estabilidad social y la hegemonía en ese contexto donde predominan los intereses de esa clase social que por un lado, nos abre los brazos, y por otro, sanciona a países como Venezuela donde tiene intereses económicos, apoya un golpe de Estado en Honduras o invade y lleva las guerras a los países en el medio Oriente, por solo mencionar algunos ejemplos.
El doble rasero del presidente Obama es explícito
cuando dice que cambiará la forma de relacionarse con Cuba, pero no sus
objetivos. Preguntémonos siempre cuáles son sus objetivos y encontraremos
respuestas que a cualquier cubano patriota le indignarían.
El gobierno de Estados Unidos necesita de América
Latina. Cuba es su centro de atención por una razón muy sencilla, nuestra
política exterior los ha aislado con acciones concretas como las que ya
mencioné. Es claro que la estrategia sea la de negociar con Cuba. No es cierto
que el único interés sea la benevolente
necesidad de convivir en paz con su vecino. Para el gobierno de Los Estados
Unidos la relación con Cuba es clave en sus intereses de política exterior, en
sus estrategia para desviar la atención de su actuación en el resto del mundo, sus tanque-pensantes lo saben muy bien…de ahí
que aparentemente hoy le abran sus brazos al pueblo cubano.
Sin duda alguna, Obama es un hombre carismático e
inteligente, sin embargo, su discurso me recuerda a Martínez Campos en el
Zanjón, paz sin independencia; OJO que
ya hemos visto mucho...como dijo el Ché…Al imperialismo… ¡Ni un tantito
así!
¡Negociemos sí…pero en la mesa, como iguales!
¡Negociemos sí…pero en la mesa, como iguales!
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