martes, 29 de marzo de 2016

Algo sobre la visita de Obama




No estoy muy seguro que el Presidente de los Estados Unidos Barack Obama no crea en la historia, de hecho, parece mencionar en su discurso sólo aquello que le interesa con el ánimo de justificar sus intenciones; recuerda pasajes de José Martí; se apoya en hechos históricos como la  trágica trascendencia para nuestros antepasados de la oleada de seres humanos esclavizados que fueron víctimas de la trata negrera en Cuba desatada por los colonizadores españoles,  responsables de la desaparición de nuestros pobladores indígenas; habla de las aguas surcadas por acorazados hacia Cuba para liberarla, aunque no detalla cuales expediciones, si aquellas de carácter anexionistas o las que trajeron a Cuba a Gómez, Martí y Maceo; habla también de la Crisis de Octubre, de la invasión por Girón, de la Guerra Fría, de Finlay, de Stevenson y Mohamed Alí; de la migración ilegal de los cubanos hacia el territorio de Estados Unidos sin entrar en detalles sobre la Ley de Ajuste Cubano; habla de Religión y Fe, de patriotismo y orgullo, reconoce que:

“Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando¨…y continua... ¨Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo”

Se concentra en ejemplificar a partir de su experiencia aquello que considera como oportunidades dentro de su sistema político y transmite su experiencia de vida; valora como desafíos los temas de discriminación racial y la justicia criminal aludiendo a su concepto de democracia como la forma en que únicamente se puede avanzar para resolver tales conflictos en su país; defiende la idea de que Cuba puede hacerlo de igual manera como socio de los Estados Unidos y ejemplifica con episodios de la migración cubana el dolor de mucha gente que ha sido víctima de una política de aislamiento sin definir la responsabilidad de los sucesivos gobiernos estadounidenses en tal tragedia; luego, propone olvidar el pasado.

Demasiadas ideas inconclusas, demasiada retórica conciliatoria, en cada palabra  se puede notar que su pensamiento se enfila a colocarnos delante una zanahoria de promesas y buena voluntad dentro de un contexto de crisis económica en Cuba que ha sido agravada exclusivamente por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos.

Ahora que hemos decidido hacer reformas a nuestro modo, todo lo que Obama ofrece es su modelo neoliberal y pragmático como alternativa que desideologiza, que niega el necesario papel regulador del Estado, el olvido no solo de la historia de la nación cubana rica en ejemplos que demuestran  las seculares intenciones de los Estados Unidos de apropiarse y dominar nuestro territorio, sino de la historia real de la confrontación entre ambas naciones, que no es otra que aquella que tiene en su haber un imbatible record de más de medio siglo de hostigamiento y ahogamiento en el empeño de rendir a Cuba por hambre a través de leyes extraterritoriales.

He escuchado la TV y he leído la prensa; en internet he encontrado muchas opiniones; en mi muro de Facebook admito a quienes piensan diferente a mí, porque entiendo que el respeto a la opinión del otro no solo es importante, sino necesaria; en innumerables ocasiones encuentro frases de irrespeto para referirse a determinados asuntos, lo cual es inevitable y lo entiendo desde la óptica de que en este, nuestro “plurimundo”,  no todos hemos tenido ni igualdad de oportunidades, ni igualdad de necesidades;  tampoco todos hemos gozado de una real equidad en los lugares donde vivimos y nos desarrollamos; por otro lado, he encontrado citas con innumerables ejemplos sobre  la política estadounidense hacia Cuba, cada opinión viene narrada según la historia de vida de quien la cuenta, cada una es generalizada muchas veces desde la experiencia individual o desde la de una colectividad, a veces representativa y otras no, sin dudas, una confrontación de opiniones que aprovechada sagazmente, pueden convertirse en el motor de avance en muchos aspectos de la vida social cubana, de ahí  que celebro la libertad de expresarnos como mejor nos parezca, y que no dé mi voto a aquellos que coloquialmente “patalean” porque simplemente alguien tiene una opinión diferente.
Dialogar significa muchas cosas y no necesariamente usar obscenidades para tratar de llamar la atención, esa actitud sólo conduce al no-entendimiento;  creo que más allá del bufo –también necesario-, la reiteración puede convertirse en un recurso poco serio cuando se tratan asuntos que laceran a generaciones de cubanos que creyeron y siguen creyendo en su manera de actuar   y de pensar.
Tengo como cualquiera, opinión propia sobre la visita del presidente Obama; y a continuación la expreso.
Lo primero que me llama mucho la atención en su discurso, es el marcado interés por el sector privado; a esto le encuentro explicación; su pensamiento y su acción son el resultado de su concepción neoliberal del mundo, que entre otras cosas promueve y minimiza el papel regulador del Estado;  su cultura, en todas las acepciones posibles de este concepto, aunque podría focalizarse en el aspecto del aprendizaje, se sustenta en la creencia de una supuesta superioridad civilizatoria más que en el reconocimiento de la existencia misma de una diversidad cultural que tiene en su conjunto paradigmas totalmente diferentes a los de occidente, de ahí, que en su visión del mundo predomine una clarísima apuesta al pragmatismo desentendido del pasado.
Partiendo de este punto, sería entonces  pretensioso, esperar una conducta diferente o encontrar alguna señal donde no predomine la defensa a ultranza de sus ideales, digamos que  es una ilusión toda aquella idea que no contemple  en primer término la realidad de que Barack Obama es el máximo representante de los intereses del país imperialista más poderoso del mundo, cuyo modelo de sociedad atomiza todo lo que se aleje del American way o life, que su  visión del mundo lógicamente es diferente a la nuestra porque ha sido construida en condiciones muy concretas.
Obama nació  cuatro meses después de la invasión perpetrada por su país a Cuba, su vida ha transcurrido apegada a los caminos de la sociedad capitalista que lo formó como político; vivió y fue testigo de la publicidad  de la época en que comenzó a exaltarse como nunca el consumo desmedido y derrochador  de su sociedad; en esos tiempos, no se era consciente por ninguna de las grandes corrientes ideológicas, tanto marxista como burguesa,  de las implicaciones de la actividad del hombre en detrimento de la naturaleza; guerra fría, crisis tras crisis políticas y económicas, en 1983 ingresó en la Universidad de Columbia (Nueva York) para estudiar Ciencias Políticas en pleno auge del pensamiento neoliberal y la desenfrenada carrera armamentista que saltó, del desarrollo de las armas nucleares a la conquista del espacio, es muy probable que ya a estas altura de su vida estuviera consciente de la histórica pugna entre Estados Unidos y la URSS; en este último contexto se especializó en Relaciones Internacionales.
Seguramente leyó muchos libros durante su carrera; no estoy muy seguro que en esta época de confrontación ideológica se haya tomado el trabajo de leer un texto de Marx, Engels, o Lenin; mucho menos parece haber tenido contacto durante el ejercicio de sus mandatos con un buen libro de historia que reflejara La Visión de los Vencidos - para usar el título de la obra de ese gran filósofo e historiador mexicano, Miguel León-Portilla,  que narra escritos e historias indígenas sobre los acontecimientos de la conquista por Hernán Cortés del territorio Mexicano- o algo como “Las venas abiertas de América Latina”  de Eduardo Galeano, libro que le regaló Hugo Chávez en 2009 –por cierto, en español- durante la Cumbre de las Américas que se celebró en Trinidad y Tobago.
Estos y muchísimos detalles podrían ilustrar porqué Obama tiene la convicción de un modelo de sociedad -diferente a la nuestra-  que aboga por la  propiedad privada, esa que para los intereses de dominación económica de su país, es su paradigma  a la hora de negociar con Cuba,  cuyo modelo –neoliberal- desecha el papel regulador de Estado .
Su estrategia de negociación de “paz y amistad”  desestima el rol que jugaron y juegan más de una generación en la construcción de nuestro sistema político, social y económico;  su discurso encuentra el mejor caldo de cultivo en la juventud; esa que ronda los 30 años de edad, que no es parte de la generación que vivió y luchó por su emancipación durante la primera etapa de la Revolución, cuya referencia  no es la historia de Cuba vivida sino la historia contada, la enseñada en las escuelas y universidades, esa de la que mucho hemos hablado y por la que en honor a la verdad, no hemos hecho lo suficiente para cultivar a su alrededor  la necesaria  reflexión mínimamente prudente en momentos disyuntivos de crisis económica, esa historia llena de valores humanos, de conflictos y concordias , de consensos y discrepancias, de unión y desunión, esa que nos llevó a cambiar completamente nuestro destino en 1959, la que en momentos como los de hoy  tiene como eje el debate del destino de todos, absolutamente todos los cubanos, los de adentro y los de afuera.
¿Pesan? más de 25  años de crisis económica, parece irresistible la maravilla discursiva del presidente del país que acosó a todo un pueblo cuyo único “delito” es vivir en Cuba, o ser cubano y formar parte de esta sociedad que  continua castigada por escoger un camino diferente y destronar del poder a esa clase burguesa imperial que representa el presidente Obama.

¿Por qué no creer  en nuestros dirigentes?, ¿Por qué no apoyarlos? , ¿Contra quién y contra qué se dirige el castigo?
Las respuestas pueden ser cortas, largas, complejas, heterogéneas, holísticas, sensatas para unos, insensatas para otros, creíbles para unos, increíbles para otros. Pero el principio de cualquiera de ellas no puede ser la nada;  el principio debería ser el entendimiento con respeto a la soberanía y la autodeterminación de la mayoría,  y esa mayoría debería tener en cuenta, si e infinitamente si,  la historia, para que esos jóvenes que rondan los 20 años y fueron objeto de privaciones por una Ley de carácter fascistas como la Helms-Burton en 1996, los  que hoy rondan los 30 que pudieron ser víctimas de la epidemia de Dengue Hemorrágico cuya cepa fue introducida en Cuba en 1981 desde los Estados Unidos y que costó la vida 158 personas ( entre ellas 101 niños); los que hoy  rondan los 40 que vivieron y alcanzaron a ver el significado del sabotaje a un avión de cubana de aviación en 1976, los que vimos el sabotaje al Círculo Infantil Le Van Tam, acto terrorista patrocinado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con la anuencia del gobierno de Estados Unidos que provocó un incendio de grandes proporciones, lugar donde se encontraban alrededor de 500 niños; los que vimos explotar bombas en hoteles; los que hemos visto una y otra vez las consecuencias de una Ley de Ajuste para los cubanos –única en el mundo- que incita a abandonar el país por vía ilegal como requisito para ser aceptado en el territorio de los Estados Unidos o el pre-requisito de que nuestros peloteros renuncien a vivir en Cuba para que se les permita jugar en las Grandes Ligas de los Estados Unidos, podamos tener voz, voto y suficiente moral para criticar lo que hemos hecho mal y valorar con justeza las consecuencia de la empecinada política de acoso sobre la que hoy nos pide el presidente Obama que hagamos borrón y cuenta nueva.
 
Nada promisorio se puede esperar cuando lo que Obama promueve es precisamente la negación del papel del Estado; ese Estado que repartió tierras a campesinos; que alfabetizó a miles de cubanos; que constitucionalmente refrenda la obligatoriedad de una educación mínima de 9no grado en la población gracias a la cual gente como mi madre, mi padre y mi abuela se emanciparon y luego, que gracias a esa oportunidad, yo, como muchos, pudiéramos alcanzar sueños imposibles  para la gente como mi madre y mi abuela;  ese Estado que dedica recursos a combatir enfermedades como el Propio Dengue, el Chikungunya y el Zika, que dedica recursos para desarrollar vacunas contra la Hepatitis B o productos revolucionarios como el Heberprot-P para el pié diabético o una vacuna contra el cáncer de pulmón; ese Estado que le devuelve la vista a cubanos y extranjero; que forma médicos incluso de nacionalidad estadounidense;  que los lleva donde hacen falta “en cualquier oscuro rincón del mundo”; el que vacuna a todos sus niños y sigue su estado de salud desde que nacen;  ese Estado que apela al trabajo del pueblo para producir alimentos con el propósito estratégico  de mantener nuestra soberanía alimentaria, por extensión, política y económica.
Es una realidad, la visita de Obama estuvo llena de simbolismos; desde la comida en una Paladar, las reuniones con cuentapropistas y la llamada disidencia u oposición, hasta sus discursos llenos de elogios y apoyo a la autodeterminación cubana para construir su futuro.

El pragmatismo de Obama pudiera confundirse con “buena voluntad”.  Se necesita si, ser pragmático, pero... ¿OLVIDAR EL PASADO?

En el pasado hay precisamente muchas razones para comprender el presente, de ahí que podemos creer que es posible un entendimiento real, basado también en aquello que nos hace culturalmente diferentes, que nos distingue y que nos demuestra que somos suficientemente sabios para  entender que Cuba puede tener muchas mejorías a partir de la entrada de las inversiones estadounidenses la país; que Cuba puede mejorar su infraestructura en sectores como las comunicaciones y con ello, ponernos a la par del mundo desarrollado que funciona hoy sobre esas bases tecnológicas donde es necesario, (casi imprescindible) el acceso a Internet; que todo eso y mucho más  es excelente para el pueblo cubano, pero que mucho más que excelente sería que en nombre de esa pluralidad defendida por el propio neoliberalismo, no se condicionen estos derechos humanos con el establecimiento en Cuba de un modelo de sociedad que no ha demostrado ser mejor que la nuestra y cuyo éxito en el plano material tiene como principio un modelos económicos de desarrollo basado en la propiedad privada, por cierto, alcanzado e impuesto al resto del mundo usando como recurso las guerras no solo en el plano militar, también en el económico, y en el oportunismo que supone la desigualdad de tratados desiguales que sólo favorecen a las grandes transnacionales que no por casualidad, insisten en la minimización del necesario papel del Estado reducido  a garantizar la estabilidad social y la hegemonía en ese contexto donde predominan los intereses de esa clase social que por un lado, nos abre los brazos,  y por otro, sanciona a países como Venezuela donde  tiene intereses económicos,  apoya un golpe de Estado en Honduras o  invade y lleva las guerras a los países en el medio Oriente, por solo mencionar algunos ejemplos.
El doble rasero del presidente Obama es explícito cuando dice que cambiará la forma de relacionarse con Cuba, pero no sus objetivos. Preguntémonos siempre cuáles son sus objetivos y encontraremos respuestas que a cualquier cubano patriota le indignarían.
El gobierno de Estados Unidos necesita de América Latina. Cuba es su centro de atención por una razón muy sencilla, nuestra política exterior los ha aislado con acciones concretas como las que ya mencioné. Es claro que la estrategia sea la de negociar con Cuba. No es cierto que el único interés  sea la benevolente necesidad de convivir en paz con su vecino. Para el gobierno de Los Estados Unidos la relación con Cuba es clave en sus intereses de política exterior, en sus estrategia para desviar la atención de su actuación en el resto del mundo,  sus tanque-pensantes lo saben muy bien…de ahí que aparentemente hoy le abran sus brazos al pueblo cubano.
Sin duda alguna, Obama es un hombre carismático e inteligente, sin embargo, su discurso me recuerda a Martínez Campos en el Zanjón, paz sin independencia;  OJO que ya hemos visto mucho...como dijo el Ché…Al imperialismo… ¡Ni un tantito así!   

¡Negociemos sí…pero en la mesa,  como iguales!

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