viernes, 29 de noviembre de 2013

San Cristóbal de La Habana. Otra colaboración de Dr. Ricardo Álvarez Portal

Algunas cosas curiosas sobre la ubicación de la villa de San Cristóbal de  La Habana (la del sur) en los mapas antiguos y otras cuestiones interesantes.

Ya hemos comentado algunas cuestiones relacionadas con el enigma de la ubicación de la primitiva villa de San Cristóbal de La Habana, en el sur. 


En el mapa que se muestra más abajo, se señala la villa de San Cristóbal de La Habana con el topónimo Volavana. Puede verse que S. Spirit y otras villas situadas en el interior de la isla, se han ubicado con un pequeño círculo, mientras que para las que están en las costas no se emplea este símbolo (Bayahonda, La Havane, B. de Matance, etc.). 


Otro detalle que hay que tener en cuenta, es que el círculo que ubica cartográficamente a Volavana se encuentra al oeste del río que está trazado en el mapa. No se puede precisar si la punta que aparece al oeste de dicho río es Punta de Pájaros, o no.


Parece ser que las líneas punteadas son posibles rutas de navegación. Si fuera así, entonces para llegar a Volavana se bordeaba la península de Zapata y se tomaba un rumbo noroeste, quizá para llegar a la desembocadura del río Mayabeque.


De todas formas, no se debe confiar demasiado en el trazado cartográfico de este mapa antiguo ni de otros.



Obsérvese en este otro mapa, que Havana (del norte) está al noroeste de S. Cristophori, y en el mapa anterior esta villa está cartografiada al noreste de Volavana


En el siguiente mapa ocurre lo mismo que en el anterior:

En el siguiente mapa, parece que la villa del sur tiene el topónimo de Matamana, pero no se puede precisar su posición. O quizá los cartógrafos se equivocaron, y es un topónimo incorrecto compuesto por dos: Matabanó y  Oldhavana o Volavana, o algo así; pero de lo que no hay dudas es que el círculo de ubicación está en un río que por sus dimensiones debió considerarse importante, quizá el Mayabeque. En este mapa, Havana (del norte) está al noreste.


El siguiente mapa se caracteriza por un trazado que es muy curioso: un camino que va desde la villa que tiene el topónimo Havanna (la del norte) a otra villa, situada al sur, que en el mapa aparece como Limones Grandes, localizada al noreste de Macurites. Note que el pueblo de Batabanó aparece como Bathano.


Vamos a detenernos, antes de continuar con los mapas antiguos, en otro aspecto histórico: los nombres que ha tenido Cuba, que es un tema muy interesante y curioso.

El soñado Cipango (Japón) a donde pensaba llegar Cristóbal Colón, se le trastocó cuando, siendo el mes de octubre de 1492, se enteró por los indios que era Colba (Cuba). No sé realmente porqué dicen que Colón pensaba que Colba era un continente (yo creo que no era más que el deseo de que así fuera), pues en su diario de navegación anota claramente, unos días antes de llegar a Cuba: “…y después partir (Nota: parece que desde las islas de Las Bahamas) para otra isla grande mucho, que creo debe ser Cipango…” O sea, los indios le dijeron a Colón cómo llegar a otra isla, no a Cipango, ni nada que se parezca. Por lo tanto, de boca de los indios, él ya tenía la información de que Colva (Cuba) era una isla, lo que se corrobora en su diario, pocos días después, cuando Colón anota el nombre de Cuba en el mismo. Tengan en cuenta lo que el Almirante escribe en su diario, el 23 de octubre de 1492: “…Quisiera hoy partir para la isla de Cuba...”, a la cual llegaría cuatro días después. Repito: él ya sabía que iba navegando hacia una isla.

Pero Colón era adicto a las permutas de topónimos, y en diciembre de ese mismo año bautiza a la isla de Cuba, ya descubierta, con el nombre de Juana. No sé porqué se dice que le puso a Cuba el nombre de Juana en memoria del Príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos, pues el Rey, si se hubiera enterado, no le hubiera causado mucha gracia, y pienso que al príncipe, si se enorgullecía de su gallardía varonil, no le hubiera gustado tampoco que su nombre lo pusieran en femenino. Pero bueno, vaya usted a saber. De lo que sí estoy casi seguro es que el Rey ni se enteró de que Colón le puso Juana a Cuba, (parece que el “correo” no funcionaba eficientemente), pues -según dicen- el padre del príncipe, Fernando de Aragón, al morir su majestad, la Reina Isabel La Católica, le cambia nuevamente el nombre a la isla Colva o isla de Cuba de los indios, y se le ocurre ponerle Fernandina, y manda a escribir en una Real Cédula (porque ellos, los nobles, ni la pluma tomaban en sus manos), fechada el 28 de febrero de 1525, que le cambien el nombre a Cuba, y así escriben en la cédula: “…yo he mandado que de aquí en adelante esa isla que hasta aquí se llamaba de Cuba, se llame Fernandina, porque pareció que el que tenía era algo fuera de propósito…” O sea, que el Rey ni sabía o se le olvidó que Colón ya no llamaba Cuba a la isla (desde 1492), sino Juana. Pero lo que se mandó a cumplir mediante algún decreto o cédula no impidió que la gente siguiera utilizando el topónimo de isla de Cuba. Siempre se continuó utilizando este nombre, incluso en documentos oficiales de la Corona.

Pero siguen los nombres para nombrar a Cuba. Según los historiadores, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, utiliza en su obra “Historia General y Natural de las Indias”, el nombre Alpha para la isla de Cuba, según dicen porque Colón nombró a la actual Punta de Maisí (o Punta de Bayatiquirí, por los indios) como Alpha y Omega…

Oviedo también llama a la isla de Cuba como Isla Fernandina del Puerto del Príncipe. Mientras, Garcilaso de la Vega, le nombra Isla de Santiago de Cuba, Isla de Cuba, Isla de La Habana, etc.

Y esto de los topónimos de la Isla no para aquí. El historiador José Martín Félix de Arrate, en su libro “Llave del Nuevo Mundo, antemural de las Indias Occidentales”  (1761), escribe: “… quiso el cielo que esta Isla fuese también conocida por la Isla de Santiago y del Ave-María…” Bueno, no conozco quién en el cielo se ocupaba de cambiarle el topónimo a Cuba a cada rato.

Y bien, esto continúa. Resulta que dicen que Cuba deriva de Acuba (uno de los descendientes de Annón, hijo de Esdras). Pero otros plantean que lo de “Cuba” deriva de la palabra “cuba” (de barrigón, tonel, etc.). Otros le atribuyen una raíz similar a las palabras Cuba y Ciboney (ciba: piedra, montaña, cueva). En la isla Española, (según testimonio de Bartolomé de Las Casas) había un grupo montañoso llamado Cibao. Otros señalan que Cuba tiene una raíz del lenguaje de los mayas y hay quien insiste en que viene del lenguaje arahuaco, etc.

Bien, hasta aquí les he dicho todo lo que he podido encontrar sobre el topónimo o nombre que le han dado a nuestra isla desde que, lamentablemente, pusieron sus píes los españoles en ella, lo que no significa que soy un erudito en estas cuestiones históricas, ni mucho menos.

No me culpen si segrego algunas frasecitas venenosas. Me siento profundamente martiano y siempre he estado identificado con su genial pensamiento. Lo digo porque nuestro apóstol nacional no sentía mucha simpatía por el ilustrísimo Diego Velázquez de Cuellar, que gobernó despiadadamente a los esclavos: indios cubanos y negros africanos, ni tampoco por sus acompañantes, que con arcabuces en mano mostraron, en la América Toda, las primeras clases y escenas de lo que se conoce hoy en día como acciones de la US Marine Forces y de la OTAN.

Es algo desconcertante que todavía nos quieran hacer creer que España no convirtió a América en una colonia, sino que la consideró como una provincia más; que era la España del otro lado del Atlántico, y por eso trasplantó a América sus instituciones y su cultura. A este proceso le llaman “Hispanización del Nuevo Mundo”, una transculturización bien pensada. Lo mismo hicieron o trataron de hacer los norteamericanos en Puerto Rico, en las islas del Pacífico, en Irak, Afganistán y ahora en Libia y en otros lugares, para desaparecer la identidad nacional. Con los cubanos les salió el tiro por la culata.

Con Colón vinieron muchos españoles nobles arruinados, para los cuales la única esperanza que les quedaba era conseguir tierras en otro lado ignoto, y lo digo así porque no sabían a donde iban.

También, y en su mayoría, los “descubridores” eran presos de toda calaña que recuperaban su libertad a cambio de ir a navegar, hacia dónde ni se imaginaban, en las embarcaciones que se utilizaron en el primer viaje. Por supuesto que iban curas; muchos curas, para enseñar a los "salvajes" el "Dios verdadero", no el de los que se encontraran en el camino y que ya adoraba a sus otros dioses.

Otros conquistadores se habían visto cercados por la justicia en España, acosados, con sus familias de simples artesanos o agricultores venidas a menos en turbios pleitos, y tal vez pensaban:  "En las tierras hacia las cuales vamos quizás encontremos oro y alcancemos la riqueza y la libertad."

Y ya saben lo demás: trajeron todas las enfermedades que en estas tierras de América Toda no se conocían, y se impusieron con la cruz, la espada y arcabuces, robaron y mataron, y terminaron con civilizaciones más importantes que la de ellos, en las tierras donde pretendían enseñar sus creencias, cultura y costumbres.

Otros “descubridores” españoles eran bastardos, que habiendo nacido y criados entre cerdos, pensaban: "Quizás en América encontremos un nombre que ponga claridad al de la oscura madre que nos trajo al mundo."

Y así, aquellas personas surgirían en la Historia como héroes sacados de la nada, pero sólo fueron conquistadores-geófagos. Se dice que fueron héroes indiscutibles, conquistadores de un nuevo mundo. Aunque hay que reconocer que para zarpar en aquellas carabelitas de madera y a velas, y navegar hacia lo desconocido, había que tener el corazón bien puesto en el pecho, aunque sea para conseguir malsanamente lo que deseaban.

Lean lo que escribió José Martí: “¡Odio Velázquez, que en su tumba frío cadáver yace, pero no reposa!”. Entiendo que su alma, la de Velázquez,  no reposará en paz, jamás, en esa tumba, debido a los desmanes y a la masacre que comandó sin ningún miramiento ni misericordia humana.

Pero todavía algunos de ellos piensan que le debemos algo de lo que somos, o que seguiríamos siendo indios infra-desarrollados si no hubiera sido por el “encuentro entre nuestras dos culturas”: Y lo digo porque no es nada agradable, y sí vergonzante acto de antidiplomacia, oírle gritar a un Rey, para decirle a un presidente latinoamericano, en el transcurso de un discurso, un encabronado ¡Cállate la boca!, porque el orador estaba diciendo puras verdades que le caían mal al Rey ¿Estará pensando aun que somos sus súbditos?

Pero, continuando con los topónimos, quiero decirles que en ningún escrito he encontrado el nombre dado a nuestra isla como el que hallé en un mapa. Véanlo más abajo: Isabella, quizá trazado en el mapa para venerar a la Reina Isabel La Católica, lo que resulta más acorde con el carácter femenino de la tierra descubierta: una isla, y no el que utilizaron, los feminismos de los nombres masculinos Juan y Fernando.
                                              1513_America Admiral's map Walseemuller

Observen en el mapa que sigue (Mapa de Piri Reis) una cartografía que algunos piensan
que la hicieron extraterrestres. A Cuba la hemos señalado con una saeta:

¿De dónde se tomó la forma de Cuba de norte a sur, a lo largo de las latitudes, y no de este a oeste, a lo largo de las longitudes, como es en realidad? Existen varias versiones de distintos eruditos. Pero, de lo que sí estoy convencido es que el turco Piri Reis (Hacı Ahmed Muhiddin Piri) tenía una gran imaginación, pues además de esta curiosidad de Cuba, en su mapa aparecen territorios que aun no se habían descubierto, por lo menos por los europeos, en la época en que se hizo el mapa. Vaya usted a saber, quizá la historia de que vikingos, chinos, y otras civilizaciones llegaron a estas tierras antes de Colón y otros descubridores europeos, es cierta. Aunque no descartamos a los extraterrestres.

La Séptima Villa. Una colaboración del Dr. Ricardo Álvarez Portal

En el año 2019, es muy seguro que se celebrará con fuegos artificiales la fecha en que los conquistadores españoles fundaron la Villa de San Cristóbal de La Habana, pero vale especificar, para ser históricamente exactos, que sería la del norte; o sea, la novena villa, que fuera fundada, según se cree, el 16 de noviembre de 1519, por Diego Velázquez de Cuellar, y se instituyó como capital de la Isla de Cuba en el año 1589. El día 20 de diciembre de 1592, Felipe II le confiere a La Habana el título de ciudad. 

Pero…Emilio Roig de Leushering, escribió: “La fundación de La Habana está sumida en una profunda oscuridad. Solo puede decirse con seguridad que La Habana fue fundada por los colonizadores españoles por orden e instrucciones de Diego Velázquez. Así de vaga es la cosa”.

O sea, que no sé si es así exactamente, pero nunca alguien ha podido demostrar, ni se ha constatado en ningún remoto archivo, que fuese el 16 de noviembre de 1519 la fecha real de la fundación de San Cristóbal de La Habana, en el norte. Se pudieran llenar muchas gavetas con los papeles de las investigaciones que han tratado de comprobar este hecho histórico, pero no existen archivos del Cabildo Habanero anteriores a 1550 y los resultados han sido infructuosos.
Entonces ¿Por qué celebramos esta fecha? Se pudiera decir que es una tradición que surge a partir del momento en que se levantó un monumento, por ocurrencia del gobernador Cajigal de la Vega, en el año 1754, en el lugar que después se levantaría el Templete. En esta especie de obelisco se pueden leer las palabras solemnes que señalan que en 1519, bajo una corpulenta ceiba se celebró la primera misa y la reunión del primer Cabildo habanero al momento del asentarse la ciudad en el lugar que hoy ocupa, a la vera del Puerto de Carenas. Este momento se recrea en un cuadro, en el cual aparecen algunos de los presuntos fundadores con poses grandilocuentes, una india con un indiecito, una ceiba y a lo lejos unas elevaciones que por sus características no parecen pertenecer al paisaje de La Habana.

Lo cierto es que La Habana no siempre estuvo en el lugar que hoy ocupa, como son también varios los estudios que hablan de fechas anteriores como las fundacionales de la ciudad.
Volvamos unos años más atrás cuando, según los historiadores, en 1508 tuvo lugar el bojeo de Cuba por Sebastián de Ocampo, en cumplimiento de las órdenes dadas por Nicolás Ovando, gobernador de la isla a la que nombraron La Española. El resultado de esta exploración reafirmó que Cuba era una Isla, y estaba habitada por indios en número bastante considerable, que algunos cifran en más de 100 mil almas.

Tres años después, Diego Colón, hijo del Almirante Cristóbal Colón, que gobernaba La Española en esos momentos, ordenó a Diego Velázquez de Cuellar la conquista de Cuba. Este hombre, acompañado por otros oficiales, soldados y fray Bartolomé de Las Casas, desembarcó en la parte oriental de la isla, con 300 hombres, caballos y armas para dar cumplimiento a lo dispuesto, sin mediar respeto alguno por los habitantes originarios. La historia es conocida. La cultura de la fuerza fue la que se enfrentó a la cultura aborigen; el cacareado encuentro de dos mundos fue realmente fatal para los que recibieron a las huestes españolas, y lo único traído por los conquistadores de la desarrollada Europa fueron las enfermedades, el sabor de la muerte violenta y un nuevo tipo de relaciones de producción y sociales: el esclavismo, basado en la explotación inhumana de unos hombres por otros. Siendo irónicos, pudiéramos decir que los españoles de baja calaña que desembarcaron en Cuba, al menos abonaron los suelos cubanos con los restos humanos de miles de indígenas indefensos.

Sin lugar a dudas, ni los heridos que quedaban de los enfrentamientos armados entre ambos bandos, ni enfermo alguno tuvieron atención médica adecuada, pues en las carabelas no viajaba nadie envestido con esta licencia. Y esta situación duró bastante tiempo, pues se narra que en la expedición de Cortés para la conquista de México, en 1519, iban soldados ignorantes que hacían de cirujanos y que sólo podían santiguar y cubrir con algún mejunje las  heridas y descalabraduras. Incluso, se habla de barberos y boticarios nigrománticos y falsos astrólogos que curaban las heridas con trapos sucios y diversas grasas, entre otras prácticas. Es así que, como consecuencia de las expediciones españolas, se introdujo la viruela en Cuba y otras enfermedades.

En 1527 la población española de la Isla era muy poca y estaba repartida de esta manera: en Trinidad 12 vecinos, en Sancti Spíritus 26, en Puerto Príncipe 20, en Baracoa 12, en Santiago de Cuba 20, y en La Habana y en el resto del país, unos cien españoles más. La población india había mermado de un modo notable por el maltrato a que fue sometida, por la sobreexplotación a la que los sometían los españoles y a los suicidios de los indios por dejar aquella infravida a la que los habían sometido, y por las nuevas enfermedades que les afectaron. 

Según datos históricos, de los miles de aborígenes que habitaban Cuba –algunos cifran la población entre 200 000 y 300 000-, el censo de 1537 (cinco años después del arribo de Diego Velázquez), la población de Cuba era sólo de 5 000 indios encomendados, 300 españoles y 500 esclavos africanos. A estos últimos hubo que transportarlos como animales a Cuba en calidad de esclavos, debido a la rápida desaparición de los indios originarios cubanos que sucumbieron  bajo la obligatoriedad y rudeza de los trabajos a los que se vieron sometidos, entre ellos el lavado de arena en los ríos en busca de oro, los cultivos de mantenimiento de la alimentación, que era injustamente repartida, y otros. La baja cantidad de españoles en esos años se debía, entre otras razones, por las expediciones a México, que alejaron a muchos de la isla. A esto se sumaron los ataques de corsarios, enfermedades, y restricciones de la Corona que desilusionaban a los colonos. 

Pero La Habana no fue la primera capital de Cuba. Se consideraba como tal a las villas donde el gobernador de la isla se instalaba para gobernar temporalmente, que en aquella época era el Adelantado Diego Velázquez de Cuellar. Por esa razón, le corresponde a Baracoa (1512) haber sido la primera capital de Cuba. Poco después se trasladó la gobernación a la segunda capital de la isla, que fue Santiago de Cuba (1514), y en 1539 se trasladó el gobernador a Bayamo, pero fue por poco tiempo.

Es sabido que entre 1512 y 1514 se fundaron las villas de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador del Bayamo, Santiago de Cuba, Trinidad, Sancti Spíritus y Santa María del Puerto del Príncipe, y correspondió a San Cristóbal de la Habana –vale decir, la del sur- ser la séptima de las villas erigidas en Cuba (1515) por el Teniente Gobernador de la Isla, el ya mencionado Diego Velázquez de Cuéllar. 

Sobre la octava villa, y menos sobre la séptima, se habla bastante limitadamente, quizá debido a su existencia efímera.

La séptima villa -este trascendental hecho histórico para los habaneros de ayer y actuales mayabequenses- tuvo lugar el 25 de julio de 1515. Según algunos historiadores, se le dio el nombre original de San Cristóbal de La Habana, teniendo en cuenta la fecha de su fundación, -vinculada con la hagiografía cristiana- y el nombre españolizado del cacique Habaguanex o del término sabana.

Lo de San Cristóbal se lo debemos como herencia a un hombre nacido en la antigua tierra de Caanán, Asia Occidental, entre el Mediterráneo y el río Jordán, donde había sobresalido entre sus compatriotas gracias a su gigantesca estatura, la cual, según asegura la leyenda, fue de más de dos metros. Mientras se encontraba al servicio del rey de su país, un día se dijo a sí mismo que, en realidad, él debería servir no a su rey, hombre ambicioso y mortal, sino al señor más poderoso de la Tierra, que por supuesto era Dios Todopoderoso.
Se ha escrito que a este hombre lo santificaron como San Cristóbal (fallecido c. 250), por ser un mártir cristiano. Según cuenta la leyenda oriental, era un soldado pagano llamado Reprobus que se convirtió al cristianismo y murió tras sufrir una cruel tortura por no renegar de su fe. La leyenda medieval occidental le representa como un santo que, tras su conversión al cristianismo, dedicó su vida al ejercicio de la caridad transportando viajeros sobre sus hombros a través de los ríos. Un día un niño le pidió que le cruzara pero, a medida que avanzaban por el río, el niño se iba haciendo más pesado. Cuando Cristóbal se quejó, una voz le dijo que llevaba el peso del mundo en la persona de Cristo sobre su espalda (se sabe que Cristóbal proviene etimológicamente del griego Christophoros, El portador de Cristo”.

En arte se le representa habitualmente llevando al Niño Jesús a sus espaldas. Es patrono de los viajeros. Su festividad se celebra el 25 de julio.

Por este motivo, en las cartas del insigne cartógrafo de origen belga, Gerardo Mercator, denominados ZEILAND INSULA, del siglo XVII, donde aparece Cuba cartografiada, la villa está indicada con el topónimo S. Christophori.

San Cristobal



 Carta de Gerardo Mercator (1628)

 Carta de Gerardo Mercator (1628)
Por lo tanto, Diego Velázquez, izó el estandarte de Castilla en un lugar de la costa sur del cacicazgo de Habaguanex, cerca de las márgenes del río Mayabeque u Onicajinal y con las facultades que se le habían conferido, el Teniente Gobernador erigió la nueva villa, y dio nombre en atención sin duda a la fecha del suceso y a la denominación del sitio en el lenguaje de los aborígenes cubanos, con el nombre de San Cristóbal de la Habana.

Este acontecimiento, quizá evaluado como corriente y sin trascendencia por algunos, fue un hecho histórico importante, dado que era la primera villa en el occidente del país que los españoles iban conquistando poco a poco. Tampoco fue tan efímera, ya que del lugar se conocen documentos en los que se menciona, y su ubicación geográfica aparece trazada en mapas de años posteriores a 1519, incluso del siglo XVII.

¿Qué tiempo gobernó o se mantuvo Velázquez en esta séptima villa? No se sabe exactamente, y tampoco si se fundó ésta oficialmente, como las restantes. Recuerden que Hernán Cortés llegó a ser nombrado alcalde de Santiago de Cuba, aunque fue después encarcelado por el gobernador Diego Velázquez, acusado de conspirar en su contra. Pero sucedió algo singular, al ser liberado, se casó en Santiago de Cuba, en el año 1514, con la cuñada del propio Diego Velázquez, cuyo nombre fue Catalina Suárez Marcaida (quizá de ahí viene el nombre de Catalina de Güines), por lo que es de suponer que Santiago de Cuba era indudablemente la capital de Cuba en aquellos años de 1514 y 1515 y centro de las actividades sociales y de gobernación de la Isla. 

Pero la fundación de esta séptima villa no fue fruto del azar o la aventura, sino consecuencia inmediata de planes meditados y dirigidos a la consecución de fines trascendentales de avanzar hacia nuevos territorios aun no descubiertos.

Pero abandonemos la idea de seguir hurgando en la Historia que se conoce bien. Lo que deseamos resaltar en estas líneas es que aunque las fechas de las fundaciones de las restantes seis villas se han venido celebrando durante muchos años, la de la fundación de San Cristóbal de La Habana en el sur, que aportó su nombre a la del norte, no es celebrada como se ha debido, a consecuencia de que la ubicación geográfica de la misma es un misterio y se ha estado discutiendo estérilmente durante mucho tiempo en dónde estuvo ubicada, y se ha mantenido como un enigma, aunque desde los años noventa del pasado siglo se dieron pruebas de su localización, lo cual puede consultarse en el artículo “San Cristóbal de La Habana en el sur, análisis histórico-geográfico de su localización”, del licenciado Abilio González González (http://mayabeque.blogia.com).

Es sabido que a consecuencia de las malas condiciones ambientales existentes en el sur, los españoles se trasladaron a un sitio en la desembocadura del río conocido en aquella época como Casiguaguas, más tarde como río Chorrera y hoy río Almendares. 

No se sabe a ciencia cierta la fecha, pero alrededor del año 1519 se realizó el traslado desde Casaguas al lugar donde hoy se halla la ciudad de La Habana; conociéndose en aquel entonces como Villa de San Cristóbal de La Habana. Es así que la ciudad devenida capital colonial en el año 1589, encontró asiento definitivo al norte de la región occidental de la Isla, al lado de una bahía de bolsa, más bien hacia el oeste de la misma, conveniente para puerto y asentamientos humanos. 

Durante más de cuatrocientos años los habaneros han celebrado la tradición de que fue el 16 de noviembre de 1519 el día en que, bajo una corpulenta ceiba y junto al Puerto de Carenas, se celebraron un cabildo y una misa para solemnizar el establecimiento allí de la villa de San Cristóbal de la Habana, topónimo asociado sin lugar a dudas al cacique de toda aquella comarca, Habaguanex, que gobernaba las comunidades aborígenes que habitaban en esta región, y después de haber estado sucesivamente en las inmediaciones del Mayabeque u Onicajinal y en las márgenes del Casiguaguas, Chorrera o Almendares.

En una de sus cartas de relación al Rey, Diego Velázquez hace una reseña que resulta interesante:

 “La  ciudad de este nombre (Debe ser San Cristóbal del sur) era un gran batey, rodeado de bujíos, con sus respectivos caneyes, o casas regias para sus Gemires o Dioses Penates y para sus Caciques o su Rey. Estaba cerca de la costa sur, en un llano fértil y ancho, sobre el río Güinicaxina (Nota: Hoy Mayabeque).” 

¿Qué tipo de asentamiento puede ser denominado por Velázquez como “ciudad”?. Por lo visto, parece ser que sí era un gran batey. Lo más probable, que también estuviera rodeado de aldeas y de campos cultivados. O sea, la villa no se debe tratar de localizar como un punto, sino como una zona bastante amplia.

Se menciona en esta breve reseña que la Villa estaba cerca de la costa sur, o sea, dicha zona estaba algo alejada de dicha costa. Quiere decir, que no estaba en la misma costa. Si Diego señala que la Villa estaba situada en un llano fértil y ancho, no puede pensarse que la misma estaba en las zonas bajas de la costa.

Por último, si se plantea que la Villa estaba ubicada sobre el río Güinicaxina, significa que estaba al oeste de sus márgenes y hasta quizá al norte de un trayecto del río en el que su cauce era noreste-suroeste, o quizá este-oeste. Esto es algo lógico, ya que los aborígenes cubanos no eran tontos y no hubieran situado el batey en la parte de mayor probabilidad de inundación cuando ocurrieran grandes avenidas; o sea, en la ribera este o sur del río. Además, no se ha hallado ningún mapa antiguo de los siglos XVI-XVII que señale un camino que se dirija hacia la zona donde presumiblemente estuviera la Villa y que cruce el río, que después fue llamado Mayabeque. 

Por otra parte, José Martín Félix de Arrate  y Acosta se dedicó a estructurar de forma sistemática un compendio sobre el tema que nos ocupa, en su obra que lleva el título de “Llave del Nuevo Mundo”. En la página 25 de este valioso documento histórico Arrate expresa que “... su primero establecimiento estaba, como se dice y yo supongo, en un río en la costa del sur, es muy posible fuese el que ahora llaman la Bija, que desemboca en ella en paraje más oriental que el Batabanó, y en donde estoy informado se divisan algunas señales que hubo antiguamente embarcadero

Si hubo un embarcadero, ¿quiere decir que las naves españolas partían desde él hacia el sur, en dirección a la desembocadura del río?.

Basándose en las distancias señaladas por Arrate y en otros documentos, se logró ubicar cartográficamente la locación más probable de la primitiva villa, y de eso hace ya más de doce años. Pero estas y otras citas están en el artículo mencionado.

Seguidamente, se mostraran algunas reflexiones cartográficas. 

Este esquema muestra las intersecciones logradas a partir de las distancias dadas en distintos documentos históricos. Se puede apreciar que los arcos de intersección marcan una zona de interés en cuanto a la locación de la Villa.

En esta otra ilustración se muestra la zona señalada arriba y trazada en un mapa topográfico actual. Se puede discernir que la zona está aproximadamente en las coordenadas 82°,1 de longitud oeste y 22°
,4 de latitud norte. Este dato es importante para comprarlo después con otro que se dará más abajo.




En la siguiente figura se muestran los caminos –tomados del mapa de Pichardo-  desde La Habana, Jaruco, Güines. Batabanó hasta la zona localizada como ubicación más probable de la Villa. Las distancias medidas en el mapa coinciden casi exactamente con las dadas en los documentos históricos, y los caminos llevan a la zona localizada como la de mayor probabilidad de ubicación de la Villa.



En esta otra figura se muestra el resultado del análisis de un mapa de 1896, en el que se pueden apreciar algunas informaciones interesantes que se acotan en el marco del texto situado a su izquierda.


Entre las cuestiones intrigantes está el famoso Cayo La Ceiba y el antiguo embarcadero del ingenio Teresa. Se habrá podido notar que el centro del hato de Mayabeque está en la zona de ubicación de la Villa.
En esta imagen satelital que sigue se ha interpretado donde estaba el cayo La Ceiba y se dan las coordenadas de su centro en el sistema WGS-84..

Una cuestión sumamente interesante se descubre en las dos imágenes que siguen. Lea el texto en el recuadro de la primera.







En este mapa de Paolo Forlano puede verse una enigmática saeta que indica probablemente la entrada por la desembocadura del río Mayabeque.

Ahora observen esta copia del original (fragmento) del mapa de Gerardo Mercator del año 1630. Se puede apreciar la red de coordenadas geográficas. Las latitudes se medían desde la línea del Ecuador (0°) hacia el norte (90° en los polos). Las longitudes estaban referidas al meridiano inicial (0°), y los grados se contaban hacia el este, llegando hasta 360°. La proyección cartográfica debe ser la cilíndrica de Mercator Normal Simple, aunque no se distingue en la información marginal del mapa o carta.

Si se traza la latitud del centro del símbolo que utilizaba Mercator para señalar los asentamientos humanos, se puede comprobar que S. Christophori está cartografiada a unos 22° LN. En cuanto a la longitud, se obtiene el valor de aproximadamente 298°; que sería en notación actual unos -82° LW. Es indudable que el trazado de la configuración de la Isla no es exacto, debido a los métodos hidrográfico-cartográficos utilizados en aquella época.


Estas coordenadas se obtenían con baja exactitud, aunque se siga reconociendo que a ciudades y puntos importantes se les daba coordenadas mediante métodos astrónomo-geodésicos. Pero lo cierto es que la Villa ni estuvo en Batabanó, ni en Quivicán, ni en Caimito, ni en Pinar del Río ni en otro lugar que no fuera la extensa sabana, de tierra muy fértil, situada en las márgenes (este u oeste) del río Mayabeque, que estaba cubierta de bosques tales que, al decir de Fray Bartolomé de Las Casas, “…se podía ir de un lugar a otro de la isla bajo la sombra de sus bosques…”.
Hace ya más de doce años que  llevo aconsejándoles a meleneros y güineros, todos mayabequenses y habaneros por legado histórico, que se deben ejecutar las investigaciones necesarias sobre San Cristóbal, porque los asuntos históricos son tan importantes como la alimentación agropecuaria que brinda la provincia. De la Historia se alimentan nuestras tradiciones y nos sentimos orgullosos de las nuestras, por lo que debemos conservarlas como algo sagrado.
Pero parece que a ninguna institución de las geociencias les interesa este tema, y los institutos de historia y otros de ciencias sociales como los de patrimonio histórico no tienen de donde obtener el financiamiento para llevar a cabo investigaciones de este tipo. Tampoco podemos esperar que llegue el 25 de julio del 2015 sin haber logrado la ubicación de la controvertida villa, porque ocurriría otra vez que no existiría un lugar para celebrar los 500 años de la fundación de la misma.
Quizá debamos tomar el ejemplo del insigne investigador cubano José Manuel Guarsh y de su magnífica familia que lo acompañó en las prolongadas investigaciones y excavaciones hasta dar con el primer cementerio aborigen de agricultores ceramistas encontrado en Cuba, el famoso sitio arqueológico de Chorro de Maíta, cerca del poblado de Yaguajay, municipio de Banes, provincia de Holguín, hasta que dieron con el lugar arqueológico.



La impaciencia provocada por los largos años de espera de una toma de decisión que no acaba de llegar, me ha impulsado en estos días al atrevimiento de presentar una Idea de Proyecto Científico-Técnico, vinculado con los estudios medioambientales y caracterización físico-geográfica de la cuenca del río Mayabeque, para ver si se logra que en este contexto –si es aprobado y financiado- se le dé continuación a las investigaciones histórico-geográficas que se iniciaron el siglo pasado para ubicar espacialmente la Villa.
Por tal motivo, para que se rompa el corojo, estoy convocando a título personal a que de alguna forma se levante un obelisco melenero-güinero en el lugar del desaparecido Cayo la Ceiba, con toda la solemnidad que debe acompañar este hecho histórico. A fin de cuentas, el paleocauce del río Mayabeque creó este cayo, y su cauce debería ser la frontera administrativa entre Güines y Melena del Sur.
Este sería un sencillo obelisco, que pudiera ser levantado mediante el apoyo de todos los pobladores de la provincia de Mayabeque, buscando fondos mediante contribuciones voluntarias. Pienso que debería  llevar una tarja conmemorativa, quizá con un mensaje parecido al siguiente:

Se erige este obelisco en homenaje a la fundación de San Cristóbal de La Habana del sur, la séptima villa fundada por Diego Velázquez de Cuellar, supuestamente el 25 de julio de 1515, y localizada en algún lugar, no ubicado aun con exactitud, cercano a las márgenes del oeste o del este del
Antiguo río que hoy se denomina Mayabeque.
Sirva este monumento a la memoria histórica de nuestra Patria.
Ciudadanos de la actual Provincia Mayabeque
25 de julio del año 2015

Hace falta levantar como ventisca sabanera el esfuerzo mancomunado de los mayabequenses y que los 500 años de San Cristóbal de La Habana en el sur no pasen inadvertidos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Tecnologías de avanzada en el manejo de la Información cultural. Los SIG, el futuro necesario.



No es solo en términos de bienes de consumo las posibilidades de uso de las tecnologías de avanzada dentro del sistema cultural.  Si volcamos la mirada hacia la cantidad de información que se genera en este campo, enseguida notamos que es diversa y variable.

Llevar a cabo una investigación que recoja grandes volúmenes de datos (como las investigaciones de tipo antropológicas, patrimoniales y otras), es sin dudas, un proceso que requiere -por métodos tradicionales- el empleo de un tiempo nada despreciable para su análisis,  que  además,  se complejiza durante la conciliación o cruzamiento de variables. Todo ello nos induce a pensar que sin ayuda de la tecnología, sería hoy muy difícil llegar a tener una visión mucho más acertada de los procesos que caracterizan cualquier  fenómeno que se desee estudiar. La herramienta usada hoy en día para ayudar a la realización de estos análisis se conoce como SIG (Sistema de Información Geográfico), o GIS ( Geographical information System, por sus  siglas en inglés),  que no solo tiene aplicaciones en el campo cultural, sino que ha devenido herramienta a partir de la cual se desarrollan aplicaciones para el análisis en esferas como la salud, la educación, el deporte, los estudios de mercado inmobiliarios, la agricultura, el medio ambiente, y muchos otros.

El uso de tecnología en el manejo de la información cultural, puede agruparse temáticamente con la particularidad de que entre el 85 y el 90% de de los datos, tienen una ubicación  en el espacio, es decir, que la información que proviene de los objetos o fenómenos ocurren en un entorno, en una localidad, en un punto concreto del globo terráqueo poseen coordenadas geográficas. Por tanto, estos datos estan en condiciones de ser volcados en un computador, asociados a mapas temáticos. 
Para que la explicación no se quede en abstracto, veamos un ejemplo concreto:

¿Cómo se proyecta la información en un Sistema de este tipo?

La imagen anterior muestra (de abajo hacia arriba) la realidad del terreno, proyectada en diferentes capas informativas que incluyen: el callejero o mapa con las manzanas dibujadas dentro del sistema, los edificios, y por último las personas. 


Cada uno de ellos es una de esas capas que pueden ser cruzada entre sí. El símil de este sistema podemos encontrarlo cuando un ingeniero o analista lleva a cabo la proyección sobre papel trasparente de diferentes planos informativos, que luego, se superponen encima de una mesa de luz haciéndolas coincidir  unas con otras. Este proceso lo vendría a realizar el  software (programa SIG), que tiene además, la capacidad de enlazar a las entidades dibujadas dentro de la computadora (manzanas, calles, objetos puntuales),  datos inherentes a cada una de ellas, mediante una previa declaración del tipo de entidad (puntos, líneas o polígono).


Supongamos que tenemos una serie de datos sobre el Sistema de Casas de Cultura que incluye:

  • Ubicación de las casas de cultura
  • Ubicación de los centros culturales del municipio donde se encuentra enclavada la casa  de cultura. (  Cines, teatros, museos, escuelas, etc.)
  • Ubicación (dirección particular) de los artesanos o cultores populares del municipio de estudio.
  •  Labor que realiza el artesano o cultor popular
  •  Datos personales del artesano o cultor popular

Con estos y otros  datos que podrían engrosar el sistema que se pretenda crear[1], elaboraríamos  entonces un mapa digital para colocar en él, por cada capa informativa (entiéndase cada ítem mencionado arriba), un mapa temático[2]. Cada una de las capas nos darían la posibilidad de cruzarlas entre sí,  lo cual es una ventaja a la hora de realizar consultas ya que podemos por ejemplo, pedir al sistema que nos muestre algo así como:


Todas las casas de cultura que tienen en un entorno cercano a los 500 metros, escuelas con más de 300 alumnos y que genere un nuevo mapa agregando la información de los cines, museos y cultores populares de ese entorno.


La consulta realizada a este sistema devolvería un nuevo mapa usando la base de datos del propio sistema y proyectaría dentro del mapa digital  los datos consultados en forma de tablas.


Veamos esto en una imagen creada para este artículo, generada en un Sistema de Información Geográfico (SIG) 


Como puede observarse aparece reflejada en el mapa, la información de los museos, las casas de cultura, los datos de un artesano y todos los campos asociados a cada uno de los elementos que se piden en una consulta. Cada icono tiene datos asociados que se proyectan en la consulta en forma de tabla.


En la figura que mostramos a continuación tenemos un ejemplo real de un SIG  en la región de Aragón, España que no solo usa los mapas digitales, sino que incorpora imágenes satelitales o aéreas. Estos sistemas permiten también asociar a las entidades contenido multimedia como video y audio.


Los análisis complejos del mundo cultural tendrían entonces un valor  mucho más apreciable ubicándolos  espacialmente y permitiendo lo que en ciencias Geomáticas  se conoce como análisis espacial, que no es más que el cruzamiento de la información de una base de datos sobre determinadas temáticas (en este caso culturales), asociada a un mapa, teniendo en cuenta  sus coordenadas espaciales ( x,y,z). El cruzamiento de información permite entonces generar nuevos mapas de riesgo y análisis en forma de  nuevos mapas temáticos.

Pueden generarse además todo tipo de gráficos a partir de la información que se tenga en la base de datos como se muestra en la figura que sigue.


Esta forma de tratar los datos constituye  una herramienta muy usada actualmente por innumerables  ramas de las ciencias. Las ciencias sociales y la cultura como parte de ellas no son la excepción. Los estudios de corte social, antropológico, patrimonial, entre otros,  pueden beneficiarse de manera insospechada.

 

¿Qué posibilidades tenemos como país de usar este tipo de herramientas?


Como antecedente del uso y manejo de información en el Sistema de la Cultura se conoce la base de datos creada en el Consejo Nacional de Casas de Cultura que obtuvo premio  en el marco del Convenio Andrés Bello y que fue desarrollado en los años 90 por el Departamento de Informática para la Cultura. Este sistema cuenta con la información de los grupos portadores de la cultura popular  y tradicional de todo el país en todas sus  manifestaciones, sin embargo, posee la limitación de no estar espacialmente ubicada, por lo que las consulta están limitadas a visualizar datos estrictamente alfanuméricos.


En la Comisión Nacional de Monumentos  se trabaja en  la migración del Sistema de bases de datos elaborado a partir del programa  ISIS para crear una base de datos más ajustada a sus necesidades y llevar esa información a Sistemas como ArcGIS, ArcView , Mapinfo u otro que les permita realizar análisis espacial, sin embargo,  como país bloqueado y de recursos financieros limitados  la probable solución se encuentre en explotar las posibilidades de los softwares libres.  

Pudiéramos pensar en internet como el lugar ideal para llevar a cabo un proyecto similar, que básicamente sería alimentado por las diferentes instituciones de la cultura y en el que se podría encontrar valiosísima información que serviría para realizar consultas a cualquiera de los niveles que se desee. Por supuesto, ello implicaría establecer niveles de acceso a los módulos que se creen y una atención por parte de quienes se sirven de él para que la base de datos no envejezca con el paso del tiempo. 


Un ejemplo de desarrollo para internet podemos verlo en la imagen que sigue:


El visor patrimonial de Puebla y aplicación INAH mapas (México) , GeoPuebla-INAH es un portal destinado a la difusión del patrimonio histórico edificado del Estado de Puebla, México.
El portal incluye un visor cartográfico (p.mapper) con información sobre los monumentos históricos y zonas protegidas de Puebla, al que se le han vinculado documentos y fotografías relacionadas.


Cuba posee un desarrollo técnico investigativo en el campo de la informática perfectamente aprovechable  para desarrollar este tipo de sistemas con sello nacional, competitivo y alternativo a los mejores programas computacionales posicionados a nivel mundial que realizan este tipo de tareas.


Para dar crédito a esta afirmación me baso en la experiencia personal de hace ya 20 años, en la que estuve  vinculado con un grupo de especialistas en informática que desarrolló varios módulos de sistemas de este tipo en el antiguo Instituto Cubano de Hidrografía[3]. Con estos programas  trabajamos durante muchos años y logramos el cubrimiento y la actualización cartográfica de las cartas náuticas de  los cayos al norte de Cuba. Estos productos, novedosos en su tiempo, fueron incluso comercializados en varios países de América Latina y el Caribe, en especial en México. 

La experiencia nos demostró que podemos desarrollar tecnologías competitivas  y sobre todo, que tenemos alternativas frente a la dominación tecnológica del mercado impuesta por los países más ricos,  siendo además la prueba de que,  desde el Sur no es solo en términos políticos  que podemos hacer frente al neoliberalismo con su pretendida globalización, y que en términos tecnológicos tenemos un potencial científico capaz de proponer alternativas propias y menos costosas con alto grado de competitividad.


Explotar  nuestras potencialidades depende del empeño de quienes decidan asumir el reto de una real informatización en función de nuestras necesidades. Las condiciones, -al menos en el caso de nuestro país- son objetivamente prometedoras.


Parte de la justificación de un sistema de analisis de información de este tipo está asociada a la necesidad de obtener un resultado que se acerquen a la realidad objetiva y el imperativo de llevar a cabo un análisis complejos dado que el reto de agrupar y desentrañar tanta información implica en la mayoría de los casos un esfuerzo que sobrepasa el límite, o la capacidad –biológicamente hablando- del desarrollo de nuestro cerebro.


En todo caso, se necesita del conocimiento acumulado y de la experiencia, sin embargo, estos no bastan por sí solos para arribar en muchos casos a conclusiones acertadas, las tecnologias juegan un papel esencial como ayuda dentro de cualquier analisis que incluya múltiples variables.


El hombre tal como lo demuestra la historia se apoya en las tecnologías, para desentrañar los misterios de la naturaleza bajo el mismo paradigma en que lo ha venido haciendo desde que se distinguió del resto de las especies precisamente en los aspectos técnicos y tecnológicos.


Aprovechar las potencialidades de nuestros ingenieros graduados de la UCI puede hacer nuestro sueño hecho realidad.  


Una propuesta de esquema tecnológico podría ser la siguiente:

  • Definición de los sistemas y subsistemas de trabajo
  •  Búsqueda, adquisición, selección y tratamiento de datos e información
  •  Preparación de la bases cartográfica.
o   Digitalización masiva de la base cartográfica. 

o   Procesamiento digital para mejoramiento digital de las imágenes. 

  • Georreferenciación. 
  • Vectorización de los mapas.
  • Ploteo digital de las unidades  CULTURALES. 
  • Confección de las tablas de atributos.
  • Implementación del sistema (introducción de la tabla de atributos)
  • Vinculación de la base cartográfica con las bases de datos de atributos
  • Elaboración de los mapas temáticos.
  • Análisis de los resultados, recomendaciones y conclusiones. 
  • Usuario.

Sin lugar a dudas se puede  justificar un proyecto de este tipo dada la amplia gama de posibilidades que brinda como herramienta para realizar  análisis espacial, sobre todo, si se tiene en cuenta que los medios técnicos  necesarios  para su conformación ya forman parte de la infraestructura material que se tiene montada dentro del propio sistema de la cultura.Un proyecto como este es sustentable,  teniendo como premisa la actualización continua de la base de datos que lo alimenta.


Quedaría entonces, echar a andar los mecanismos adecuados para llegar a concebir un sistema de tal magnitud, que a pesar de parecer engorroso, puede contribuir mucho a la informatización del sistema cultural. Habría además, que sensibilizar a las partes implicadas en tal empeño y trabajar duro, porque puede parecer algo de otro mundo, pero la realidad nos dice, que es perfectamente alcanzable.



[1] De acuerdo al análisis  que cada especialista decida hacer la base de datos puede ser tan extensa como se lo proponga. Un sistema de bases de datos es mas potente en tanto la base de datos tenga mayor cantidad de información, y en esa medida serán mayores las posibilidades de cruzarla y de obtener una mayor cantidad de salidas.

[2] Mapas temáticos: Son mapas basados en mapas topográficos que representan cualquier fenómeno cartografiable de la superficie terrestre. En el caso de nuestra propuesta, los mapas temáticos serán aquellos que contendrán información sobre la ubicación en el terreno del patrimonio tangible e intangible o información cultural de cualquier índole, así como los que se deriven de las consultas realizadas al sistema una vez que se conforme el mismo.

[3] Módulos de Procesamiento de Imágenes Digitales, Sistemas de Información Geográficos y Sistemas CAD de la Serie TELEMAP desarrollado por un grupo multidisciplinario en el otrora Instituto Cubano de Hidrografía (ICH) en la década de los 90.