Cuando
pienso acerca de cómo aprovechamos las tecnologías
en Cuba para promover la cultura, lo primero que me viene a la mente es el insuficiente
conocimiento para su manejo, y me niego creer que a pesar de tener cierto
grado de obsolescencia, no se pueda hacer mucho más.
El término
tecnología, para una buena parte de la población es considerado como algo de otro mundo; esto parece ser que
se encuentra incorporado en un subconsciente, que de manera general está
permeado por novelas, seriales y películas de Hollywood, en un mundo que deja taciturno
a las grandes mayorías, con pocas alternativas para una imaginación verdaderamente
creadora.
Para
lograr el objetivo supremo, se manipula y se estimula una supesta realidad que es efímera y
se construye para públicos
cuidadosamente estudiados, el mundo del American way of life[2]
del siglo XXI, que deja como secuela mental, la premisa de
que ‟si no poseo lo último que salió al
mercado en términos tecnológicos, entonces no puedo hacer nada.”
Es
cierto que si nuestras tecnologías fueran de última generación podríamos lograr un nivel de eficiencia que
sería envidiable, pero… el asunto, parece ser que va más allá del objeto y se traslada al sujeto.
Las causas de este fenómeno, se vinculan también, entre otras, a esta relación que priva al individuo del
conocimiento histórico del desarrollo del objeto. No sería igual la comprensión
y la aprehensión que se diera en términos tecnológicos en el sujeto, si éste conociera la historia del desarrollo de las diferentes tecnologías
en las distintas etapas del devenir histórico de humano.
Pongamos por ejemplo, la historia de la
fotografía y con ella el desarrollo de las cámaras fotográficas desde que Joseph Nicéphore Niépce, junto a Louis-Jacques-Mandé Daguerre, -más conocido como Louis Daguerre- inventaron lo que se dio en llamar el
Daguerrotipo, primer proceso fotográfico del que se tiene conocimiento en la
historia de la fotografía, y su recorrido hasta la actual fotografía digital con todos sus significados en el campo cultural, no
solo como medio para dejar constancia de una época, sino de su incursión en el campo
de las artes y donde el sistema educativo nuestro puede jugar un papel mucho más
adaptado y por tanto, más cercano al significado de lo que hoy se da como parte
inseparable de los procesos sociales tecnológicamente hablando.
Por
ese camino, pudiéramos entender muchas
cosas que nos permitan encontrar –aunque no todas- una buena parte de las
respuestas acerca del desaprovechamiento de lo que tenemos.
En un
sinnúmero de empresas o centros de trabajos se puede encontrar un panorama como el que sigue:
Un
mínimo de máquinas computadoras ya viejas, pero que al estilo de los Chevrolets
de los años 50, todavía funcionan; otro grupo que también es veterano que
corresponde a las adquisiciones de los años 90; uno más, que se va renovando a partir de la adquisición
de piezas que permiten modernizar las viejas máquinas con un nivel de prestaciones más adecuado a nuestras
pretensiones, y por último, en menor cuantía, máquinas de última generación que
para nada son bien aprovechadas si se tienen en cuenta sus prestaciones en
cuanto a procesadores, memoria RAM, video, capacidad de sus discos y otras.
En la
comunidad, el presupuesto para la adquisición de estos medios, mediante la
gestión individual, hace que el fenómeno de actualización tecnológica tenga
aristas variadas, y como aspecto a tener en cuenta se encuentra el hecho de que
no se ciñe exclusivamente a las tecnologías informáticas.
Como
hipótesis se puede sostener, que de manera general el parque de computadoras en
el sector particular es mucho más avanzado que el de sector estatal. Por otra
parte, existe el consenso, –especialmente entre los especialistas en el tema de
la informática y las comunicaciones- de que hoy se pueden encontrar un altísimo
e indeterminado número de memorias del tipo USB en manos de la población, que constituyen
el medio primario y más común de almacenamiento y traslado de información y que
han dado el ‟tiro de gracia” a las
viejas torres de diskettes de 3 ½ que ya no se incluyen como parte de los componentes internos de las
computadoras.
Otro
fenómeno es que va siendo significativo
el número de teléfonos celulares, cuyo número está cerca de los 2 millones, y que
como apuntamos, poseen funcionalidades que van desde las más sencillas hasta
las más complejas, y en las que si estableciéramos una escala en términos de frecuencia
de uso de sus servicios, probablemente encontremos que en los primeros lugares
estarían los SMS (Servicio de Mensajería Corta), el almacenamiento de música y
la posibilidad de trasmisión de datos
entre ellos y otros dispositivos vía Bluetooht.[3]
Compartir
por espacio de casi dos años con el Doctor Ricardo Peralta y Fabi[4],
me dio elementos para comprender por qué en países como Cuba tenemos la
obligación de pensar en variantes tecnológicas alternativas que den respuesta a
nuestras necesidades. En su criterio, las razones son sencillas; primero:
nuestros recursos naturales son muy escasos, segundo:
- y esta es una opinión mía- el acceso a las tecnologías que gozan los países desarrollados
es casi prohibitivo para Cuba, - por no ser absolutos-, dado que existe un
bloqueo que persigue y sanciona a quienes nos vendan hasta un tornillo
fabricado por cualquier empresa Estadounidense.
La
conclusión de estas pláticas informales nos llevó a pensar entonces que nuestra
tarea pasa por encontrar fórmulas alternativas y de bajo costo, lo cual implica
que si escasean los recursos, entonces es
necesaria la creatividad que incluye
entre otras cosas, la realización de ingeniería
inversa[5],
el estudio de materiales alternativos para la sustitución de los costosos
materiales con los que se construyen
infinidades de artefactos, y la dedicación de tiempo y esfuerzo a la investigación en una
amplia gama de campos que no se limiten exclusivamente a las llamadas ciencias
duras, puesto que la sociedad es el punto culminante y en este empeño juegan un
papel fundamental las ciencias sociales,
que nos permiten comprender que el trabajo científico
e investigativo es patrimonio de toda la sociedad[6]
, y que es en ella donde se concretan
los resultados de cualquier investigación o el uso de cualquiera que sea la
tecnología de manera directa o indirecta,
y para lo cual -seguramente están de acuerdo conmigo- tenemos en Cuba un potencial humano
suficientemente calificado que puede ser utilizado para encontrar alternativas
propias.
Pienso
entonces en cuantos Ingenieros hemos graduado en la Universidad de Ciencias
Informáticas, en el Instituto Superior Politécnico
José Antonio Echeverría, en La Universidad de la Habana y todas las
universidades que se encuentran diseminadas por el país con un prestigio ganado internacionalmente avalado
por su calidad formativa, y pienso en el poco caso que se hace a infinidades de proyectos desarrollados por alumnos y
profesores que se atomizan por la falta de seguimiento y la despreocupación en
cuanto a la posibilidad de generalización de resultados que hoy pudieran estar
contribuyendo al desarrollo que tanto anhelamos, ese desarrollo al que el
propio Comandante Ernesto Ché Guevara apostaba desde los inicios de la
Revolución cubana.
Las
posibilidades reales que tenemos como país, para enfrentar un mundo cada vez más
tecnologizado, no solo implican contar con recursos. Deviene en necesidad, saber cómo aprovechar lo que ya tenemos, y por
otro lado, reformar la mentalidad estrecha que sataniza las tecnologías, volcarse
hacia el aprendizaje de manera que, quienes deciden las políticas de desarrollo,
salten su propia barrera y se apoyen en las generaciones formadas por la
revolución, cuyo conocimiento puede ser
aprovechado a favor del desarrollo económico y cultural, que a fin de cuentas son la base del desarrollo social.
Ya
casi se puede decir que está de moda usar los términos acuñados por Marc Prensky
de ‟nativos digitales” e ‟inmigrantes
digitales”[7],
lo escuchamos en boca de muchos profesionales y especialistas de la
comunicación, y a veces hasta me parece más un intento glosocéntrico, que una real comprensión del significado que encierran; pienso que dentro de estos dos grandes grupos existe un subgrupo
que interactúa con los dos anteriores, cuyo
papel es esencial en el destino de la sociedad en términos tecnológicos,
y que se encuentra vinculado al poder
administrativo.
Si
lo vemos en términos etáreos, este subgrupo puede incluirse dentro de los ‟inmigrantes digitales”, y de hecho lo
son, puesto que ellos y los ‟nativos digitales” son dos generaciones
‟distintas” (si se toma como referencia el modo de aprehensión tecnológico),
sin embargo, hay otra característica que distingue a una buena parte de los ‟inmigrantes digitales” , y es precisamente la tendencia a minimizar la
tecnología con la consecuente resistencia
al cambio basada en hábitos,
costumbres, desconocimiento y habilidades ; esta última apreciación es lógico entenderla si se tiene en cuenta que los procesos sinápticos cerebrales en ambas generaciones tiene sus diferencias en cuanto al entrenamiento y desarrollo de habilidades en el manejo de artefactos tecnológicos.
He
aquí un gran problema: desconocimiento-resistencia-subdesarrollo,
la satanización misma de las tecnologías, dado que por un lado, estamos mentalmente
atados a las viejas usanzas, y por otro seguimos creyendo que el capitalismo es
el infierno donde todo es negativo.
El
capitalismo como modo de producción ha demostrado eficiencia en el ámbito tecnológico,
esa es una realidad que hay que entender muy bien en términos de economía política,
para poder hacer frente dentro de nuestro socialismo, a la manera en que
podemos adaptarnos e insertarnos en el mundo contemporáneo, con un modo de
producción socialista que se apropie de lo positivo, y que proteja a la
sociedad a través de la siempre necesaria presencia del Estado, regulador de la
economía y actividad social. Un Estado
que encuentre la manera de desarrollar la eficiencia económica y la aprehensión
tecnológica, que evite la migración de
profesionales como esclavos hacia la vieja relación de producción capitalista, dueña
de los medios de comunicación, que exaltan a todas voces, un mundo ‟construido”
solo para el 1% más rico del planeta.
Esta
necesidad sería uno de los puntos
neurálgicos, al igual que lo es, la
eliminación del igualitarismo, para que
cada individuo perciba según su aporte al pueblo trabajador, como parte del
propio pueblo trabajador.
La
mentalidad del poder administrativo que se escuda en viejas leyes y se aísla de
los nuevos tiempos, no sirve para otra cosa que no sea la de ofrecer
resistencia y para cercenar el paso a generaciones con una potencialidad demostrada
y deseos de hacer muchas cosas que bien podrían contribuir a nuestro
desarrollo.
Mientras
tanto, la mafia de Miami se afila las uñas y los dientes y socaba con tecnologías
la comunidad y dentro de ella a los jóvenes, adultos mayores, discapacitados,
profesionales y religiosos, entre otros, dedicando millonadas para crear un contrapoder
en el que cifra sus esperanzas de
dominación a corto mediano o largo plazo.
Abrir la mente, cambiarla, no es
exclusivamente pensar en eliminar las trabas burocráticas que por años nos mantuvieron
inmovilizados, es también pensar en el aprovechamiento de los recursos (escasos)
que pueden contribuir a desempolvar viejos proyectos olvidados por burócratas incompetentes
que no tiene la capacidad para lidiar con los nuevos tiempos o como mínimo,
para apoyarse en una juventud llena de ideas renovadoras y creadoras que
entiende mejor que nadie como hacer mucho con lo poco que se tiene, y que sin
temor a equivocarme está del lado de este proyecto emancipador y creador que se
llama Socialismo.
[1]
Las tecnologías de las comunicaciones tienden
hoy a integrar todos los medios posibles
para hacer más atractivos los productos.
Es común en países desarrollados encontrar dispositivos que posibiliten tener
acceso a la radio, la televisión, la telefonía, internet (con las mismas
prestaciones que pudiera tener el acceso desde una computadora personal), la posibilidad de tomar fotografía de alta
definición, la grabación de videos en
diferentes formatos con calidad suficiente para editarlos con herramientas que
se incorporan dentro del propio equipo, almacenar libros,
escuchar música, servicio de posicionamiento (GPS integrado), videojuegos y
muchas otras prestaciones, en un escenario que tiene como base el desarrollo de
la electrónica y el de la industria del software , en esta última, las
aplicaciones (APP) agregan valor a los artefactos telefónicos permitiéndoles
realizar infinidades de tareas.
[2] American way of life: El estilo de vida
norteamericano es probablemente la forma de vida más codiciada y de todo el
mundo y eso debido a la desinformación que generan las películas de Hollywood;
donde todos tienen auto, van a Las Vegas a ganar mucho dinero durante las
vacaciones. (http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Estilo_de_vida_americano)
[3] Bluetooth es una especificación
industrial para Redes Inalámbricas de Área Personal (WPAN) que posibilita la
transmisión de voz y datos entre diferentes dispositivos mediante un enlace por
radiofrecuencia en la banda ISM de los 2,4 GHz ( http://es.wikipedia.org/wiki/Bluetooth)
[4] ‟En los países en vías de desarrollo el
impedimento para hacer estudios espaciales suele ser, en principio, mental; es
decir, de antemano se suponen temas y caminos vedados, o al menos ajenos. Al
pensar esto, nos autolimitamos y consentimos en algunos aspectos del
subdesarrollo, haciendo a un lado la búsqueda de nuestras propias vías para el
crecimiento económico y social, y dejando de utilizar los medios que nos
proporciona el avance del conocimiento. Uno de los primeros pasos a dar es
encontrar las mejores herramientas, las más adecuadas a nuestro estado real,
que nos posibiliten un avance y un auge económico estable. Claro está, también
se requiere que nuestra organización social responda y se encuentre a la altura
de las necesidades. Un desafío para nuestros países”.
Ricardo Peralta
y Fabi es Investigador Titular B Del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
El texto fue tomado de su libro ‟Del espacio al subsuelo” en:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/086/htm/delespac.htm
[5]
(Reverse engineering). La ingeniería
inversa es el proceso de descubrir los principios tecnológicos de un
dispositivo, objeto o sistema, a través de razonamiento abductivo de su
estructura, función y operación.
La ingeniería
inversa se trata de tomar algo (un dispositivo mecánico o electrónico, un
software de computadora, etc.) para analizar su funcionamiento en detalle,
generalmente para intentar crear un dispositivo o programa que haga la misma o
similar tarea sin copiar la original. http://www.alegsa.com.ar/Dic/ingenieria%20inversa.php
Aunque esta
práctica era empleada por las antiguas industrias, en la actualidad su uso se
ha extendido al software y hardware, en cuyo caso, la ingeniería inversa
aplicada al software implica la reversión de un programa que está codificado en
lenguaje maquina (lenguaje de bajo nivel) a el código fuente de alto nivel en
el que fue escrito originalmente. http://dsp.mx/blog/sistemas-de-informacion/62-que-es-ingenieria-inversa
[6]‟ El pueblo que financia nuestro trabajo,
tiene todo el derecho de saber, y de preguntar a los miembros de la comunidad
científica, de qué sirve lo que hacen, aun en los casos donde el tema no es
fácil de entender. De hecho, el haber gozado de varios años de trabajo de
investigación financiado y protegido por una estructura universitaria, o
similar, debiera bastar cuando menos para intentar una explicación del valor
que tiene lo que hacemos para la sociedad que nos sostiene. Hablando con
autores de esta serie, La Ciencia desde México, y leyendo su trabajo, se da uno
cuenta de que muchos más también lo ven así.” Peralta y Fabi R. Del espacio al subsuelo. Cap. II De
regreso a la tierra, pasando por la atmósfera. http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/086/htm/sec_5.htm
[7]
Nativos Digitales, Inmigrantes Digital. Prensky M. From On the Horizon (MCB University Press, Vol. 9 No. 5, October 2001) Traducción libre,
en revisión, a cargo de la Lic. Prof. Mara Vanina Osés, con la colaboración de Pamela
Morelli.