viernes, 1 de abril de 2016

Historia y cultura política han de ir juntas



Buena parte de la conceptualización sobre cultura política hace referencia  a la dimensión subjetiva, no obstante a que su ¨salida¨ se materializa en la participación activa de los sujetos.
Por esta razón su definición tiene un carácter sistémico que incluye ambos momentos, el subjetivo, lugar donde se construye el pensamiento acerca de los procesos políticos, y se establecen valoraciones de alto contenido axiológico y el participativo expresado en acciones concretas, es decir en el comportamiento dentro  de la participación activa de los individuos alrededor de la actividad política.En este trabajo pretendemos acercarnos a un aspecto que si bien no es el único que tiene relevancia  en la construcción de la subjetividad en el ámbito de la cultura política, cobra sentido tenerlo en cuenta en el orden formativo de los individuos. Nos referimos al conocimiento de la historia no solo de un fenómeno particular en el ámbito político o de un proceso político en sentido general, sino a aquella historia que culturalmente distingue a cada pueblo, a cada nación, en el entendido de que un profundo conocimiento  de los acontecimientos históricos en ambas líneas – si es que pudieran separarse- crea las bases en los sujetos  para dialogar  con el pasado, el presente y el futuro aportándoles elementos de considerable relevancia que condicionan su actuación política.  

Una aproximación al estado del arte alrededor de la conceptualización sobre lo que es cultura política, nos deja algunas pistas interesantes que pueden llevarnos a establecer un lazo inequívoco de nuestra afirmación acerca del papel del conocimiento de la historia. Así por ejemplo: 

Almond (1963) plantea que ‟…es el patrón de actitudes individuales de orientación con respecto a la política para los miembros de un sistema político. Es al aspecto subjetivo que subyace en la acción política y le otorga significado.” 

Pérez Gómez (2010) la define como: ‟el conjunto de saberes, objetivos, valores y convicciones que en su interacción ordenan y dan significado a un proceso político; abarca los ideales políticos…” La propia autora plantea que…‟la cultura política es un proceso de construcción y deconstrucción de significados y pautas culturales.” 

Rojas nos dice, “...es la apreciación, valoración y realización de las acciones políticas que se manifiestan en la actitud de los diferentes sujetos sociales hacia los mecanismos de poder societal, incluyendo además el contenido y calidad de los valores y tradiciones políticas que regulan la vida en la sociedad.”  

Salabarría “...la interacción sistémica actualizada de los componentes (cognoscitivos, macrovaloraciones políticas, axiológicos, afectivos emocionales y disposiciones comportamentales)….” 

William Roseberry (1989),  entiende la cultura política “como socialmente constituida (es el producto de actividades del presente y del pasado) y socialmente constitutiva (es parte del contexto significativo en el que se desarrollan las actividades).”  

Pye (1974), señala que “[...] una cultura política es, a la vez, el producto de la historia colectiva de un sistema político y las biografías de los miembros de dicha comunidad política” 

Cabrera C. comenta: …parece existir un criterio consensuado por parte de varios autores (Pye, Kavanagh, Landes, entre otros) en cuanto a la relación existente entre lo individual y lo público; sobre algunos de los contenidos de la cultura política y acerca de su génesis, donde la historia, las tradiciones, las creencias, valores, actitudes, sentimientos, etcétera, tanto personales como colectivos, tienen un papel preponderante. 
La cultura política de cada individuo no puede existir si no se vincula al contexto más general en que ella se desarrolla, o sea a la cultura política del grupo, pueblo, o nación en su conjunto 

De acuerdo con lo anterior  este conocimiento no es exclusivamente aquel que se refiere al dominio conceptual de los términos vinculados a la política como ciencia, sino también aquel que le permite al sujeto analizar, valorar, dar significado, construir  y deconstruir hechos, trazar pautas, apreciar, tener en cuenta tradiciones que permitan objetivar sus sentimientos  en el ámbito político materializados en la participación, para lo cual necesita cultivarse en relación a la actividad política.  

La cultura política por tanto se encuentra mediada por el conocimiento de la historia yaciendo como fuente de subjetivación y portadora  de elementos de juicio antes, durante y después del proceso de participación activa de los individuos en la vida política, en este sentido, sirve de guía y a veces condiciona conductas,  modos y grados  de participación dentro de  los procesos político.   

Fung Riverón (2012)  afirmó: ‟Confucio dijo que “para entender el presente y el futuro hay que leer el pasado”, es cierto. Pero leer el pasado de forma completa, no como una narración de anécdotas y hechos, sino cuáles de aquellas cuestiones del pasado pueden trasladarse al presente y al futuro…”[1]

Esa sería entonces una clave.

La obra de Carlos Marx es un ejemplo incuestionable  de cómo comprender fenómenos de índole político a partir de la historia; buena parte de ella estuvo sustentada en hechos históricos concretos; aun cuando no menciona el término cultura política para referirse a las causas de la incorrecta interpretación de las clases sociales en torno a los acontecimientos de su época,  se puede deducir  claramente que  un aspecto esencial en el desenlace fatídico de las revoluciones sociales del siglo XIX fue precisamente la falsa interpretación de la historia, especialmente la vinculada al fenómeno concreto de la época en que se estaban dando los hechos, es decir, la errada traducción de la realidad histórico-social en un contexto donde existía una cultura política cercenada por el desconocimiento; así quedó explicado en  El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte  

“La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desborda el contenido; aquí, el contenido desborda la frase.”  

Cabe señalar el hecho de como Carlos Marx analizaba la manera en que las revoluciones burguesas estuvieron marcadas por su pasado, y como esas ataduras se tradujeron en limitaciones a la hora de interpretar la esencia de la lucha de clases. Ese desconocimiento  devino en “arenas movedizas” por la ausencia de un elemento básico como la correcta interpretación de la historia en la formación de la conciencia de clases del proletariado, en definitiva, una cultura política debilitada por el desconocimiento del fenómeno social concreto y del significado del momento  histórico pasado, presente y futuro.

Brevísima  reflexión acerca del momento actual en torno a la cultura política 
en Cuba.

El panorama actual no es distinto aun cuando las sociedades han alcanzado un desarrollo inconmensurable en todos los aspectos de la vida social. Los medios de socialización de la cultura política tienden a  alinearse cada vez más   alrededor de las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones. En principio se recone el papel de la televisión y la radio como medios socializadores por excelencia; sin embargo hoy estos medios confluyen hoy en la gran red de redes (internet), a la cual se tiene acceso no solo desde un computador sino también desde un teléfono móvil. Lo que antes nos acompañaba como medio de socialización solamente en el espacio cerrado de nuestra casa, ahora es parte casi inseparable de nosotros, por lo que la formación de  la cultura política en los individuos se encuentra mediada por un alto cúmulo de informaciones y desinformaciones en relación al acontecer político. 

Encontrar luz, a través de un pensamiento fundacional dentro de los nuevos escenarios, partiendo de la exploración y el reconocimiento de nuestra subjetividad que es hoy muy diferente a aquella que se fusionó con la costumbre y nos inmovilizó por casi medio siglo, nos señala la necesidad de un cambio perentorio y de gran esfuerzo, puesto que el panorama social de un país que ha alcanzado incuestionables logros en materia educativa, de salud y bienestar, que reúne varias generaciones con ineludibles puntos de encuentros y desencuentros como cualquier otra sociedad es –valga la imagen– una pared de carga que busca acomodamiento ante modificaciones estructurales, lo cual se traduce en su adaptación a las singulares condiciones político-económicas –por extensión culturales– derivadas de la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del VI Congreso del PCC, que, sin duda alguna, destronarán estructuras no funcionales y modos de hacer, nos enseñarán nuevas formas de aprender y aprehender; en definitiva; nos obligarán a romper con viejos paradigmas sin que estos cambios constituyan –ni por asomo– el preludio del regreso al capitalismo, pero sí, un punto de partida para entender que la cultura política tendrá que ser patrimonio de nuestra nación en el empeño de avanzar por los caminos que sean pertinentes, siempre con la lógica del perfeccionamiento y el mejoramiento humano, sin que se excluya esa diversidad forjada al calor de la historia, redimiéndola para los nuevos tiempos; para que no sea esencialmente mercantilista, elitista, para que estimule todo aquello que se encuentra en lo más profundo de la cotidianeidad del sujeto.

Pero hace falta mucho más, se necesita ante todo clarificar el significado del concepto de Revolución del compañero Fidel, ejemplo indiscutible de conceptualización con alto contenido de cultura política, cuyo primer enunciado alude la necesidad de “tener sentido del momento histórico”,  con lo cual habría entonces que prever las consecuencias de nuestro modo de actuar y el de quienes pretenden recolonizarnos e imponernos sus neosociedades, es decir, ponderar consecuencias endógenas y exógenas; propiciar el diálogo revolucionario y abierto con las nuevas generaciones que viven y vivirán en un país totalmente diferente cuyo modelo económico será cada vez más contentivo de múltiples formas de propiedad y nuevas formas de gestión de mercado; madurar con la historia abordando de manera compleja cualquier problemática social que necesite resolverse ; motivando, renovando conceptos, desentrañando el verdadero rol de la cultura política en la formación ética y estética de los individuos y aprendiendo de los errores históricos estableciendo un enfoque de futuro que nos permita “cambiar todo lo que debe ser cambiado”.

Nada hace más daño que el pensamiento conformista que nos funde en la cotidianeidad y en la fuerza de los hábitos y las costumbres, en la copia de vicios ajenos que no llevan a otro lugar que no sea la negación de tener vida propia. En esta necesidad de perfeccionarnos, de renovarnos continuamente, peca de ingenuo quien no sea capaz de alimentarse de la historia que necesita que refinemos la manera de explicarla vinculando cada uno de los hechos ocurridos con el resto de los acontecimientos que se encontraban y se encuentran alrededor de ellos, que ayude a comprender por qué, para qué y para quiénes; solo así podríamos entonces entender el contexto económico, social e histórico-cultural nacional e internacional actual y enriquecer su análisis con una cultura política seria y profunda despojándolo de parcialidades, que insulten la inteligencia ajena.Lo que "hoy es políticamente correcto" depende de las circunstancias en que se desarrollan los hechos analizados de manera compleja. 

Lo que hoy es de esta manera, mañana será de otra, precisamente porque el desarrollo del hombre abre caminos dialécticamente nuevos. 

Así vimos cómo se derrumbó el sueño socialista en Europa del Este, cómo se desarraigaron de su historia y se alejaron de aquello que hoy se califica de utopía y así hemos visto resurgir una nueva América Latina que defiende el derecho al reconocimiento político, económico y cultural, porque sin emancipación cultural y sin cultura política  poco podría hacer en beneficio propio. 

Esperar un consenso absoluto, difícilmente pueda lograrse, sin embargo, es posible gestionar el consenso de la mayoría que impulse el desarrollo o cuando menos, el bienestar con respeto a la otredad. Pensar diferente no es obstáculo, sino pauta para revolucionar y evolucionar con la convicción profunda de que cultura política  e historia han de andar juntas.





[1] Entrevista realizada el 10 de octubre del 2012 por Alberto Cordoví Benítez, director de programas de radio y periodista, a la doctora Thalía Fung Riverón, Presidenta de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas y del Comité Organizador del Décimo Quinto Taller Internacional sobre la Nueva Ciencia Política, y del Séptimo Coloquio Internacional “La influencia de la filosofía en el patrimonio inmaterial de los países del mediterráneo americano”

Se consultaron los siguientes trabajos:


-        Alzugaray Treto C. “La Ciencia Política  en Cuba: Del estancamiento a la renovación.” (1980-2005)Revista De Ciencia Política / Volumen 25 / Nº 1 / 2005 / 136 – 146
-        Anthropologies and Histories, New Brunswick: Rutgers University Press, 1989; p. 42.
-        Barbero Jesús M.  “La comunicación plural: alteridad y socialidad”
-        Cabrera C. / Aguilera García Luis O.  “El Marxismo, La Política y el Sistema Político Capitalista” (Formato Electrónico)
-        Cabrera C. “Cultura política e ideal socialista: ¿tiene algo que decirnos el marxismo originario?”
-        Cabrera C. “La cultura política: conceptualización y principales paradigmas teóricos ”
-        Caminal Badía M. “Manual de ciencia política”. Segunda Ed. España. 1999.
-        Cerri, Luis Fernando. Los jóvenes brasileños y argentinos frente a la Historia.... Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales. Mérida-Venezuela. ISSN 1316-9505, Enero-Diciembre. Nº 12 (2007):31-50.
-        Díaz Córdoba “Paradigmas de investigación en Ciencia Política” (Formato Electrónico)
-        Fabio López de la Roche, “Aproximaciones al Concepto de la Cultura Política”, Convergencia N° 22, 2000, ISSN 1405-1435, UAEM, Toluca, México.
-        García Jurado R. “Critica de la teoría de la cultura política” UAM-Xochimilco. (Formato Electrónico)
-        Marx, C. “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, en: OE., en dos tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1955, T-I, p. 229.
-        Norberto Bobbio N / Matteucci N. “Diccionario de política”. Primera edición en español, noviembre de 1981 (México)
-        Paradigmas de investigación en Ciencia Política
-        Pérez Alberto. El enfoque clasista y los movimientos sociales en la América Latina
-        Pérez Gómez, Marta M.  Tesis Doctoral
-        Pérez Gómez, Marta M. “La cultura política emancipadora de José Martí”
-        Pye, L. W. (1974): “Cultura política”
-        Salabarría Roig, Tesis Doctoral
-        Simón Rojas “Los desafíos de la Ciencia Política en el siglo XXI”
-        Torrado Raimundo “La Constitución Socialista cubana”. (Formato Electrónico)
-        Velásquez López A, Frómeta Fernández Ada B.  “Filosofía Política en José Martí” (Formato Electrónico)

 

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