martes, 3 de diciembre de 2013

Tecnología. ¿Unidad,lucha,contrarios?

Las leyes de la dialéctica me motivan a escribir acerca de cómo entiendo se expresan en Cuba, los fueros de una lucha que necesita ser resuelta para avanzar en el desarrollo de nuestra sociedad en el tema tecnológico.

La mentalidad de lo nuevo, que niega lo viejo, se despliega en un escenario en el que las relaciones de poder, en muchas ocasiones atomiza toda posibilidad de avanzar hacia un desarrollo real que nos permita abrirnos paso a lo que ocurre en el mundo en materia de tecnología, un proceso que no solo tiene carácter instrumentalista, sino que lo sobrepasa, y lleva en sí, un componente humanista que lo redimensiona y lo coloca en un importante eslabón necesario para el desarrollo de cualquier sociedad.

 
Se da por tanto, una unidad que se materializa en los objetivos de todos los que se encuentran involucrados en este proceso y que tienen sus miradas en el futuro.


Por un lado, lo rancio, con las limitaciones que le impone el conocimiento de que existen las tecnologías, y a su vez, la no aceptación de un mundo que le resulta desconocido y conceptualmente complicado. Un mundo satanizado en su discurso, porque la experiencia humana, para él,  ha demostrado demasiada falacia en manos inescrupulosas, y como consecuencia lo segrega una y otra vez en nombre del poder que le está conferido.


Por el otro, lo nuevo, con la aprehensión necesaria que incorpora a su quehacer, en un mundo socialmente distinto en materia tecnológica, que no pierde su esencia humanista y que presupone el enriquecimiento cultural de su ajiaco[1], que se mueve casi al margen de lo viejo y que se desarrolla sin interesarle la integración necesaria a sus raíces,  porque encuentra en las tecnologías un mundo que va de lo real a lo virtual y viceversa,  un mundo con libertades objetivas y subjetivas, un mundo del conocimiento que deslumbra y mueve el pensamiento a velocidades insospechadas.


¿Qué es lo objetivo?

Lo objetivo es, que en Cuba nos movemos en un espacio tecnológico limitado por una  política condenatoria y de acecho hacia cualquier gestión en materia de adquisición de tecnología, impuesta desde el exterior y liderada por el país más desarrollado del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica; que existe la subversión hacia un proceso revolucionario que desterró la exclusión social de nuestra nación y potenció los mejores valores morales y éticos con su proyecto emancipador e inclusivo, que por tanto, lo hizo verdaderamente democrático; que este proyecto revolucionario convirtió la salud del pueblo en una prioridad que nos ha permitido vivir mucho más de lo que hubieran imaginado las generaciones anteriores a 1959.


Pero también es objetivo que los avatares en que se desarrollaron los procesos sociales que teníamos como paradigma, se desplomaron y nos dejaron la herencia amarga de una economía dislocada, que tenía una fuerte dependencia polar, que ni por asomo, se imaginó reversible.


Como consecuencia, se atomizaron las formas de concebir la navegación  hacia el lugar soñado, y ocurrieron cambios a nivel social que entre otras cosas, han obligado a los individuos a permanecer en sus puestos de trabajo pese a su edad avanzada.


Esto sin dudas, ha hecho que permanezcan juntas varias generaciones con intereses comunes pero con puntos de vista diferentes, con hábitos y costumbres que se ajustan a sus modos de vida y su formación, a su cosmovisión. Esto nos lleva al encuentro de una complejidad donde coexisten sujetos con contradicciones que no son antagónicas, pero que en ambas direcciones establecen una lucha a favor de sus puntos de vista. Esta es, entre otras, una de las razones por la que definitivamente los jóvenes se desarrollan tecnológicamente al margen de las instituciones que están a cargo de personas incapaces de comprender de qué se trata la integración de la vida social a las tecnologías; una realidad, en la que  lo viejo y lo nuevo se niegan, en la que existe un objetivo común en cuanto al desarrollo tecnológico que se trunca a partir del desconocimiento de quienes deciden las políticas de desarrollo.


El cambio de mentalidad que nos proponemos necesariamente debe pasar por la comprensión de los fenómenos sociales que se dan a todos los niveles, ello incluye también el análisis de cómo se mueve el mundo en materia tecnológica y de cuáles son sus posibilidades; solo así, estaríamos en condiciones de repensar la forma en que podemos enfrentar ese fenómeno que se establece  primariamente,  en la familia como célula fundamental de cualquier sociedad, para luego insertarnos y fundar un proceso de retroalimentación que promueva a través de las tecnologías los valores éticos por los que apostamos.


‟Quien teme al cambio, no progresa”, es una vieja frase que escuché a una amiga y que vale la pena recordar.


En 1965  el Che, en carta enviada a Fidel en el mes de Abril, antes de su partida al Congo entendía que la tecnología debía ser el factor impulsor de la sociedad[2]


Aunque el análisis que realiza está vinculado directamente con la economía, podemos ver en su texto una apuesta a las experiencias del capitalismo en cuanto a algunos temas relacionados con la eficiencia a partir del uso de las tecnologías, en la que  su posición claramente marxista reconocía la posibilidad  de adaptación del las mejores experiencias del sistema político social recién derrocado. al nuevo sistema que se gestaba en nuestro país en aquella época.
La técnica ha quedado relativamente estancada en  la inmensa mayoría de los sectores económicos soviéticos, ¿Por qué? Porque hubo que hacer un mecanismo y darle automaticidad, establecer las leyes del juego donde el mercado no actúa ya con su implacabilidad capitalista, pero los mecanismos que se idearon para reemplazarlo son mecanismos fosilizados y allí empieza el desbarajuste tecnológico…la tecnología deja de ser el factor impulsor de la sociedad. [3]
Este es parte esencial del reto que tenemos delante como país, sin dudar que el futuro está apuntando al uso de estos medios y que su generalización es un hecho que siendo conservadores podría estar a la vuelta de un lustro.


Unidad y lucha de los contrarios:

Esencia y núcleo de la dialéctica materialista. En oposición a la metafísica, la dialéctica parte de que las contradicciones internas son propias a los objetos y fenómenos de la naturaleza. En la naturaleza todo se mueve, cambia, la fuente de ese movimiento son las contradicciones internas. Cada cosa representa en sí, una unidad de contrarios. Todo tiene su pasado y su futuro, lo que caduca y lo que se desarrolla, su lado negativo y su lado positivo. Por ello, el proceso de desarrollo de lo inferior a lo superior discurre en un orden de descubrimiento de contradicciones propias a los objetos y fenómenos; en un orden de lucha entre tendencias contrarias. Los contrarios se excluyen recíprocamente y, al mismo tiempo, están relacionados uno con otro. “Una parte de la contradicción sería un absurdo sin la otra, cual lo sería conservar en la mano una manzana entera, habiéndose comido, previamente la mitad”


[1] Referencia a la rica frase que dice que “Cuba… Cuba es un gran ajiaco” de nuestro  Fernando Ortiz.
[2] Ernesto Che Guevara. Apuntes críticos sobre la economía política. Centro de Estudios CHE GUEVARA. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2006.
[3] Ibídem 25. Pág. 11. A modo de prólogo.

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